viernes, 18 de enero de 2008

Rienda suelta a los adolescentes americanos: ¿problemas o entrepreneurs?

Un estudio del Global Entrepreneurship Monitor muestra que EE.UU. tiene una inusual ventaja: la tasa de negocios exitosos iniciados por personas entre los 18 y los 24 años es más alta que la de los que se fundan entre los 35 y 44 años.

Michael S. Dell –de Dell Inc.- vendía estampillas a coleccionistas cuando tenía 12 años y Bill Gates fundó Microsoft cuando tenía 19. Facebook, el sitio de redes sociales, fue el invento de Mark Zuckerberg, cuando estaba en el Segundo año de la Universidad de Harvard. No son los únicos, un estudio del Global Entrepreneurship Monitor muestra que EE.UU. tiene una inusual ventaja: la tasa de negocios de alto rango iniciados por personas entre los 18 y los 24 años es más alta que la de los que se fundan entre los 35 y 44 años.

Pero ¿por qué ha producido EE.UU. tantos entrepreneurs jóvenes y exitosos? Ben Casnocha, de sólo 19 años, autor del libro El comienzo de mi vida: Qué aprendió un (muy) joven CEO en su viaje por Silicon Valley, tiene algunas pistas. Cuenta en su libro, que tenía 14 cuando empezó con Comcate Inc., una empresa de servicios, con base en la Web, que ayuda a los gobiernos locales a manejar servicios al cliente. Ben convocó a varios expertos que -impresionados por su juventud- decidieron apoyar su proyecto. Además, pidió donaciones que lo ayudaran a financiar su sueño americano.

Al parecer, los jóvenes estadounidenses son tan exitosos como empresarios porque hay mucha gente mayor y rica deseosa de ayudarlos. Además, la amplia cultura americana del marketing inspira. Ben investigó a sus posibles clientes y les preguntó qué servicios necesitaban y cuánto estaban dispuestos a pagar por ellos. Después, se dedicó a convencer a la gente de que podían hacer negocios con un adolescente.

No tenía educación formal en marketing pero, como todos los jóvenes, creció expuesto a intensas campañas comerciales cada día. Decidió que quería ser un entrepreneur con solo 12 años, después de haber sido golpeado por el "Think Different" de Apple. Todo lo que vio en su vida, le enseñó a pensar en mensajes marketineros.

A eso, se sumó el hecho de que la educación americana es menos estricta que en otros países, lo que le dio a Ben -y al resto de los jóvenes creativos- el tiempo y la energía para concretar proyectos más allá de su educación formal. Ben reconoce en su libro que recibió notas no muy buenas y que no le gustaban demasiado las clases. Cada vez que podía, se reportaba enfermo para poder trabajar y avanzar en su negocio.

El caso de Ben demuestra que, comparado con otros países, los chicos americanos juegan un rol mucho más influyente y tienen un grado de autonomía muy superior. Los adolescentes estadounidenses tienen más libertades y permisos, tienen más acceso a tarjetas de crédito y más dinero para gastar en cultura o para iniciar su propio negocio. Además, el mercado de trabajo es más flexible y permite crear un número mayor de empleos para jóvenes. Los adolescentes comienzan así a trabajar pronto y acumulan el capital necesario para iniciar sus propios negocios, uno de los sueños americanos más comunes.

Por otra parte, Internet se ha convertido en un territorio ideal para las ideas de los más jóvenes. Clay Shirky, profesor asociado de la Universidad de Nueva York, notó que la gente joven no tiene preconceptos sobre los negocios en Internet, lo que facilita su inserción. Además, la Web hace que las caras detrás de un negocio sean menos importantes lo que les permite a los jóvenes, "esconderse" detrás de su talento y el mundo digital.

En 2006, BusinessWeek rankeó a Ben como el top young entrepreneurs, y recién está inscripto en la Claremont McKenna College. No importa cuál sea el próximo paso de Ben, su historia muestra que las ventajas económicas y los negocios vienen cada vez más temprano.

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