Se juntan en el Armani Café, el bar de algún cinco estrellas de Recoleta o La Casa del Habano. Conforman el 1% de la población más rica del país, el segmento que los expertos en marketing llaman AB. Son el sueño de cualquier marca. El precio de un producto o un servicio no es algo que los preocupe, porque cuentan con recursos para pagar casi todo lo que quieren. El trabajo más complicado es convencerlos, porque no es fácil captar su atención.
Un trabajo de la consultora Ifop Latin America sobre el mercado "premium" muestra que los argentinos de mayores ingresos tienen una relación algo ambigua con el país. Les gusta que sea cosmopolita y que tenga un gran atractivo turístico. Pero el hecho de haber viajado les da la posibilidad de conocer otras realidades. Y es allí donde sienten que "aman la Argentina, pero es dificil vivir acá". Las dificultades pasan por la pérdida de valores, la incertidumbre, políticas económicas que consideran desfavorables y preocupación por el aumento de la brecha social, con el consecuente incremento de la pobreza que trae aparejado este proceso.
La práctica de deportes y las actividades culturales se imponen como la mayor predilección de los más acomodados. Los hombres no parecen dispuestos a resignar su práctica de tenis o de golf, ni las mujeres quieren perderse un paseo por los museos porteños, o la visita a un spa o centro de estética.
Los ricos de mayor edad están relativamente tranquilos porque ya aseguraron un futuro para sus hijos. Pero sus vástagos manifiestan dudas sobre la conveniencia de quedarse en el país. "Acá todo se da vuelta cada 10 años, algo nos hace pensar que en algún momento nos tendremos que ir", señalan varios testimonios del trabajo de Ifop, del que también participó la consultora Marisa Koifman.
A la hora de consumir, buscan productos caros y muy sofisticados, pero lejos de la ostentación. Creen que la prueba de su poder adquisitivo está más vinculado a lo que es "distinto, de difícil acceso y que pone de manifiesto que hay cierto conocimiento (de tecnología, música o tendencias)" que a un precio muy alto. Ahora, no son tan fanáticos de marcas como Versace o Ferrari. "Si puede acceder cualquiera ya no es un lujo. Es algo de buena calidad, pero masivo", indican. En cambio, les gustan Escada, Hermes, Valentino, Dior, Bulgari o Cartier, dentro de lo extranjero; y Catena Zapata, Rutini o Etiqueta Negra dentro de la creación nacional.
"Lo lindo es cuando te hacen sentir exclusivo, cuando te separan del montón. Atención absoluta en lugares donde te tienen que mimar" es uno de las expresiones más repetidas entre quienes no vacilan en pagar $ 150 por un cubierto en un restó de comida étnica o de autor, denominación que reciben los establecimientos comandados por un chef renombrado, que generalmente ganó premios afuera.
Los protagonistas del ultraconsumo tienen mansión y yate. No les faltan el Ipod, el Iphone, la Playstation III. En sus casas hay plasmas, jardín zen y jacuzzi. Y cuando viajan, su abanico abarca desde el Caribe a Punta del Este, pasando por la Patagonia o el Mar Muerto.
Martín Bidegaray
iEco-Clarín
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