Una lección que aprendí en mis inicios en la escuela de vuelo de la Naval fue que debía despegar y aterrizar siempre de frente al viento. A menudo, no se aprende una lección hasta que se pone en práctica. Cuando niño, mi madre me dijo: "No toques la estufa". Estas palabras carecieron de significado alguno hasta que lo hice y me quemé. Lo mismo ocurre con despegar y aterrizar de cara al viento.
Un día en el que había mucho viento en la ciudad de Pensacola, Florida, el instructor de vuelo me ordenó llevar mi avión hasta la pista. En vez de despegar de cara al viento, me hizo despegar con el viento atrás. Empujé la palanca de control hacia adelante y comencé a transitar por la pista. Pronto, me di cuenta que el avión no se levantaba del suelo y, lo peor, que no iba a librar los árboles que se encontraban al final de la corta pista. Me invadió el terror y me quedé petrificado.
--"Ya lo tengo," dijo mi instructor con calma, mientras libraba la copa de los árboles.
Se hizo un silencio prolongado conforme el avión daba tumbos en el cielo. --"Bien", comentó, "ahora aterriza corriente abajo". Una vez más, la experiencia de tener el viento atrás fue terrible.
Después de esa experiencia, siempre tomé en cuenta la dirección del viento para realizar mis maniobras.
Cito esta lección porque me he dado cuenta que muchos emprendedores nunca consiguen hacer despegar sus negocios, o no llevan sus negocios con éxito al siguiente nivel, y el motivo es precisamente que no siguen la dirección del viento. Lo mismo ocurre cuando aterrizan o abren el negocio, a menudo se ven obligados a vender sus negocios por menos de su valor.
Una de las diferencias entre los propietarios de pequeños negocios y los emprendedores, es que los segundos mantienen su nariz dentro del viento. No toman el camino fácil. Éstos enfrentan los retos más difíciles que, comúnmente, los propietarios de empresas pequeñas suelen evitar. Los emprendedores exigen que sus compañías entreguen mejores productos y servicios; hacen lo que sus competidores no harían; elevan sus estándares de desempeño, y siempre observan los cambios en la dirección del viento, en vez de esperar a que las circunstancias permanezcan iguales.
A diferencia de ellos, muchos dueños de pequeños negocios prefieren dejar las cosas como están. La mayoría está satisfecho con su posición y esperan que un viento de cola llegue y los impulse, es decir, buscan los caminos con menos resistencia.
Un verdadero emprendedor se concentra en despegar, remontarse a grandes alturas y aterrizar. Busca más oportunidades, valores más altos y mayores rendimientos para sus inversionistas y para sí mismo. Por ello, los verdaderos emprendedores son los que dan siempre la cara al viento, mientras que los dueños de pequeños negocios prefieren tener el viento a sus espaldas.
Robert Kiyosaki
Autor de la serie de libros Rich Dad (Papá Rico)
Inversionista, emprendedor y educador, cuyas perspectivas han cambiado la manera de pensar de muchas personas acerca del dinero y las inversiones
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