La imagen de diciembre de 2001 aparece como una constante en el pensamiento de los argentinos. Si bien se ha registrado un cambio crítico en la recuperación del consumo, la sociedad parece haber madurado lo suficiente como para desconfiar de la situación actual y, a su vez, demandar un proyecto de país que exceda la economía. De ahí, justamente, la incertidumbre respecto de un escenario que presenta ciertas recuperaciones individuales en un contexto de escasas soluciones colectivas.
La investigación realizada por la Escuela de Negocios de la Universidad Austral (IAE) junto con la consultora CCR profundiza en la evolución y las nuevas conductas que vienen adoptando los consumidores argentinos tras un período de crisis superado.
"El crecimiento sostenido del país parece traer algunas realidades a las que estábamos acostumbrados a ver antes del 2001. Sin embargo, la sociedad actual dista mucho de ser parecida a la de unos años atrás. Cambiaron las preferencias, los hábitos de consumo y la manera de comprar", asegura Guillermo D Andrea del Área de Dirección Comercial del IAE en la presentación del trabajo en la que dialogó con Universia.
¿Cómo es el nuevo consumidor?
Es cierto, el consumo se ha recuperado. Mientras que en 2003 la cifra rondaba alrededor del 4,4%, hoy es del 8,5%. De hecho, por ejemplo, la mirada hacia el exterior como un horizonte de promesas se ha modificado. En este sentido, la investigación revela que actualmente el 48% de la población afirma que desea que la Argentina se parezca a sí misma y no a otro país.
De acuerdo con los datos del informe, el nuevo consumidor también parece haber aprendido de las crisis del pasado y haber madurado en consecuencia. Ya son pocos los que anhelan regresar a los 90, tan sólo el 10%, mientras que un 41% eligió el presente y un 26% prefirió trasladarse al futuro en 2015. Es decir, no sólo la mayoría mira hacia adelante, sino que, al parecer, se verifica una especie de rechazo a las costumbres de la décadadel 90.
Para la mayoría, aquellos años se presentan como una especie de irrealidad que se hizo evidente con la crisis posterior. La investigación indica que, según la el pensamiento actual, "el acceso ficticio a un consumo ingenuo se contrapone a lecturas críticas de la realidad de aquel momento: corrupción, privatizaciones y capitalismo salvaje". Los autores del trabajo, Guillermo D Andrea del IAE y Guillermo Oliveto de CCR, indican que gran parte de las personas consultadas se refirieron a los 90 como una "Matrix" que cayó con la explosión de 2001.
Sin embargo, la actualidad tampoco es contemplada con ingenuidad. Sólo el 18% de los afirma que la situación económica es buena, mientras que el 35% la considera como "muy mala". En este segmento, el grupo más bajo es mayoría. De acuerdo con la investigación, se trata de los miembros de la clase postergada "que siente que no sólo no están mejor, sino peor, que todos crecieron, menos ellos", sostiene D Andrea.
No obstante, en la comparación entre la evaluación económica actual del país y la individual aparecen datos sorprendentes. Mientras que un 44% de los consumidores afirma que sus ingresos les alcanzan para vivir y que pueden darse gustos, tan sólo el 18% asegura que la economía del país se encuentra
en buenas condiciones.
Es decir, al parecer las recuperaciones son individuales en un contexto escaso de soluciones colectivas. El informe indica que la sociedad siente que las mejoras han dependido de los esfuerzos de cada uno y no necesariamente de las políticas del gobierno. En este escenario surge, entonces, la sensación de que el país no va por el buen camino porque se percibe una falta de modelo, una visión a futuro que disminuya la incertidumbre acerca de lo que puede pasar.
El consumo no es suficiente
De acuerdo con la investigación, un 31% de la gente cree que habrá una crisis pronto, "pasado mañana", indica D Andrea. El 56%, en cambio, piensa que esta vez las cosas serán distintas. A pesar de la sensación de postergación antes mencionada, el 64% de las clases bajas piensan que "esta vez no va a pasar". En cambio, son las clases altas (47%) las que intuyen un panorama crítico en el corto plazo.
La sociedad argentina, al parecer, ha logrado contemplar otras realidades al margen de la individual. En este contexto, el trabajo indica que la sensación de la mayoría es que en 2001 no sólo se llevaron el acceso al consumo, sino que también arrastraron los proyectos. En este punto, entonces, se encuentra el centro de la preocupación actual del nuevo consumidor: recuperamos el consumo, pero no los proyectos robados.
Por un lado, la incertidumbre genera la imposibilidad de proyectar a largo plazo. Por otro, se observa que las mejoras no han sido colectivas, sino que el país se ha partido, que los pobres mantienen su condición y que las clases medias que no se recuperaron, hoy están en la calle.
El informe registra, entonces, dos percepciones de la realidad que no encajan. "La vuelta al consumo convive con una profunda incertidumbre", sostiene Oliveto.
El problema reside en que los consumos se encuentran instalados en ciertos productos no son concebidos como los más importantes: ropa de marca, artículos tecnológicos, vacaciones. El anhelo de propiedad, un buen colegio, la calidad en la salud parecieran estar fuera del alcance de la sociedad actual.
La necesidad de un cambio de raíz se evidencia en el deseo que comparten el 47% de los consultados: que haya un crecimiento del país generalizado que incluya también a los postergados.
El cambio demandado por la sociedad puede resumirse, según la investigación, en la necesidad de cierta estabilidad que permita volver a confiar, proyectar e imaginar el futuro.
Fuente: Universia
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