domingo, 14 de septiembre de 2014

Cómo transformar amistades universitarias en sociedades que impulsen un negocio exitoso

Cada vez son más los vínculos que se inician en las aulas para extender un emprendimiento fuera del campus académico, Las universidades incentivan a más estudiantes a emprender en equipo.-            
Bill Hewlett y Dave Packard se conocieron en la Universidad de Stanford en los años ‘30. Juntos construyeron un instrumento de prueba electrónico, usado por los ingenieros de sonido, denominado oscilador de audio. Uno de sus primeros clientes fue Walt Disney. Ese fue el primer paso de Hewlett-Packard, hoy, HP, fabricante de hardware. Bill Gates y Paul Allen eran estudiantes de Harvard cuando sentaban las bases de Microsoft. Y Steve Jobs conoció a su futuro socio en Apple, Steve Wozniak, a través de su compañero de cuarto en la universidad, Bill Fernández.

En la Argentina, el ámbito académico también puede ser terreno fértil para generar proyectos. “Es notorio el crecimiento de este tipo de sociedades en las aulas que luego llevan a la práctica un emprendimiento fuera del campus”, sostiene Silvia de Torres Carbonell, directora del Entrepreneurship Center IAE Business School. La universidad, por caso, se convierte en el lugar propicio para dar con el socio ideal. En ello coincide Sergio Postigo, director del Centro de Emprendedores de la Universidad de San Andrés (Udesa), donde un 23% de los graduados son emprendedores y, a su vez, un 15% de los mismos, tiene como socios en su proyecto a otro graduado de la institución. Para el especialista, en la última década, la fundación de empresas, a partir de sociedades nacidas en las aulas, creció más de un 13%. “Es muy importante este tipo de vínculo, como los que se dan en nuestro programa, porque en ese proceso pueden conocer los valores de su potencial socio”, agrega De Torres Carbonell.
Es el caso de cuatro dúos que comparten algo más que los apuntes y que dialogaron con Pyme sobre su experiencia: Martín Eliçagaray y Tomás Ramos Mejía, de Simple Solutions; Soledad Avaca Cuenca y Soledad Aguado, de Bootik; Ludmila Marcote y Ana Lucía Rebagliati, de En Compañía; y Victoria Benaim y Mara Parra, de Wild Notes.
Tomás Ramos Mejía es licenciado en Administración de Empresas por la Universidad de Buenos Aires. Su amigo de la infancia, Martín Eliçagaray, lo acompañó en la aventura menos de un año. Luego, probó suerte en Marketing y Publicidad en La Fundación y UCES, pero no terminó ninguna. Ambos admiten que su paso por la universidad es útil en su negocio. Hoy, son socios de Simple Solutions, una herramienta de comunicación para consorcios de barrios privados, condominios y torres, con cinco años de trayectoria y con la que planean facturar $ 800.000 este año.
Martín Eliçagaray y Tomás Ramos Mejía son los creadores de Simple Solutions, un emprendimiento que aspira a facturar $ 800.000 este año.
“La formación universitaria fue importante para entender que hay muchas variables que afectan un negocio”, explica Ramos Mejía. “La UBA me dio la amplitud para saber que, si quiero tener un negocio, tengo que saber cómo se produce, cuáles son las condiciones legales e impositivas en el país, y así cubrir una visión de todas las áreas”, agrega.
Hoy, trabajan con 300 consorcios y 21.000 usuarios. Cerca del 20% son barrios cerrados y el resto, edificios en Capital Federal, Buenos Aires, Córdoba y Rosario. “En 2013, desembarcamos en Rosario y, este año, pensamos hacer pie en Tucumán. Allí y en Córdoba, tendremos un representante comercial”, explican.
“Es una especie de home banking pero para el consorcio, donde podés hacer consultas, bajar las expensas, hacer reservas, hablar con la guardia, revisar las multas y tener ciertos beneficios, como alertas cuando el tránsito está cortado”, agregan.
Para Postigo, quienes emprenden sin hacer un paso previo por la universidad tienen deficiencias en los estudios de mercado, no pueden cuantificar en calidad o cantidad las posibilidades de negocios, carecen de una nutrida red de contactos, no suelen dimensionar correctamente los costos de inicio y pueden tener problemas en las cuestiones societarias y legales.
“Uno de los beneficios del paso académico es acortar los tiempos de reacción a la hora de tomar decisiones vinculadas a la empresa”, agrega Eliçagaray.
Con foco en los mayores
Para Ludmila Marcote, el mayor provecho de su paso por UADE fue encontrar a la socia ideal, Ana Lucía Rebagliati. Compartieron cuatro años de cursada para recibirse de licenciadas en Relaciones Institucionales. Después de cinco años en relación de dependencia, volvieron a encontrarse, en 2009, y surgió En Compañía, una empresa de servicios orientada a mayores de 60, que facturó $ 360.000, en 2013.
Ludmila Marcote y Ana Lucía Rebagliati se conocieron estudiando Relaciones Institucionales en la UADE y juntas fundaron En Compañía.
“La primera política de comunicación fue repartir folletos, cuando apareció la Gripe A. Nadie quería agarrarlos y sólo asistieron dos personas”, recuerda Marcote, que a partir de este año se hace cargo a pleno del proyecto. “Luego, repartimos folletos en un área específica de Recoleta, preguntando, edificio por edificio, la cantidad de ancianos que allí vivían. En el segundo encuentro, reunimos a cinco personas”, agrega. Hoy, En Compañía opera 11 centros con 4.000 personas, que asisten semanalmente a las propuestas de la firma.
“El año pasado sumamos una agencia de viajes para el mismo target y espero duplicar la cantidad de asistentes este año”, cuenta la emprendedora, que no se anima a arriesgar una facturación, pero admite que en febrero sus ingresos se multiplicaron por siete, respecto a igual mes del año anterior.
Relaciones Institucionales no fue determinante para terminar encarando el proyecto. Pero para Marcote, el área de Marketing fue lo más útil a la hora de utilizar distintas estrategias. “También hice un posgrado de Marketing en la Universidad Católica Argentina (UCA) y allí noté como te inculcan desde los beneficios de ser emprendedor. Eso despertó mi interés de generar algo propio”, agrega. Las emprendedoras siguen en contacto con UADE. Participan de programas y la universidad les facilita el uso de las instalaciones.

Un dúo capicúa
Las dos Soledades (Avaca Cuenca y Aguado) que compartían pasillos en la torre de la Universidad de Belgrano (UB) se conocieron en el bar y cofundaron Bootik, una productora de contenidos, especializada en editar publicaciones gráficas.

Soledad Avaca Cuenca y Soledad Aguado fundaron Bootik luego de conocerse en la Universidad de Belgrano.
Con cinco años en el mercado, la empresa proyecta facturar $ 220.000, en 2014, y lanzar nuevos servicios. “Ofrecemos cursos de redacción y manuales de estilo para grandes empresas. Nos estamos preparando para ofrecer publicaciones en Chile y Uruguay”, explica Avaca Cuenca.
Pero la UB está presente desde siempre en su carrera profesional y emprendedora. Licenciadas en Periodismo, dieron el primer paso como pasantes en el departamento de Comunicaciones de la universidad, escribiendo para sus revistas. “Mediante una pasantía que nos ofreció la UB, ingresamos a La Nación y, tras una década, sentimos la necesidad de crear nuestra propia empresa”, recuerda Avaca Cuenca.

“Muchos de los profesores eran los que nos alentaban en la redacción a trabajar y estudiar al mismo tiempo, por más largos que se hicieran los días”, agrega.
Bootik, que surgió con una inversión de $ 4.000 (recursos propios), edita contenidos de turismo en la revista Huéspedes, sociedad para la revista de la Asociación de Graduados del ITBA, temáticas para la revista de la Asociación Argentina del Hormigón Elaborado, el proveedor de televisión por cable Red Intercable, la revista IE de la Asociación de Ingenieros Estructurales y trabajan junto a Casa FOA.

“Después de más de 10 años de egresadas, seguimos caminando los pasillos de la universidad, porque la UB nos dio la posibilidad de participar en charlas”, explica.
Las cátedras de arte y entrepreneurship, de San Andrés fueron las que motorizaron a Victoria Benaim y Mara Parra a desembarcar en un proyecto, apenas a un mes de recibirse en Administración de Empresas. En 2013, crearon Wild Notes que, en su primer año, facturó $ 300.000, con la venta de cuadernos (35%); cuadritos (30%); productos personalizados (20%), como regalos corporativos; y papelería (15%). Este año, proyecta duplicar sus ingresos con el lanzamiento de nuevos productos.

Benaim y Parra se conocían de vista, pero en el segundo año, un proyecto en arte las unió. “Mara se sumó a mi grupo para hacer una obra de teatro”, recuerda Benaim. “Agarré el libreto y me puse a dirigir”, repasa. Pero Parra también empezó a opinar.

Se volvieron a cruzar en la cátedra de emprendedores, en tercer año. Formaron un equipo para llevar adelante un proyecto, que consistió en niñeras a domicilio, en Nordelta. Y ganaron. “Salimos de la cátedra con la idea de emprender”, dicen. “Otra de las cosas que nos incentivó es que en la cátedra participa un inversor, que nos presta dinero para que lo invirtamos, en una semana, en una oportunidad de negocio. Con los u$s 100 hicimos huevos de pascua y los vendimos”, recuerdan.

Facundo Sonatti
Suplemento Pyme
Diario El Cronista (Argentina)

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