En momentos de inestabilidad económica es común que las empresas reduzcan su personal. Esta reducción puede alcanzar a las jerarquías superiores, dejando sin trabajo a personas de vasta experiencia laboral. A pesar de los conocimientos y competencias adquiridos al frente de diversas empresas, estas personas se ven en la necesidad de enfrentarse a un mercado adverso, que busca jóvenes talentos con los que nutrirse.
Ante esa situación, muchos de los nuevos desempleados de más de 50 deciden emprender por cuenta propia. En este sentido, es fundamental el rol que juegan las consultoras de outplacement que cuentan con talleres de coaching para emprendedores.
“Nuestros cursos agregan un valor importante al emprendedor. Más allá de las situaciones de despidos, no son muchos los profesionales que consiguen mantenerse motivados dentro de una empresa”, explica Daniel Kumert, de CCN Consultores, representante de la compañía internacional de outplacement DBM. “Cuando se es emprendedor, el tiempo rinde mucho más. Aunque los ingresos tarden en llegar, cuando llegan lo hacen sin techo definido”, agrega.
La dimensión desconocida
Jorge Andreetta (55) trabajó hasta fines de 2009 como gerente de área en Petrobras. En octubre de ese año, la empresa despidió a 1.200 personas, entre ellas a Andreetta, el empleado de mayor antigüedad en la petrolera. Animado por una situación familiar estable, decidió aprovechar su tiempo para pensar en un nuevo proyecto. “Comprendí que tenía que empezar a explotar toda la riqueza en recursos económicos, humanos, materiales y administrativos que había acumulado durante mis años en relación de dependencia”, comenta.
Ayudado por DBM Argentina, donde le hicieron una encuesta de debilidades y fortalezas y le enseñaron a confeccionar un currículum, Andreetta se sumó a un proyecto en formación. “Tres jóvenes emprendedores habían creado un gel antideslizante para la práctica deportiva que previene la formación de ampollas. Yo me sumé a la idea desde la faz creativa, generando condiciones de mercado y movilizando mis contactos en lo comercial y logístico”. El producto ya está siendo exportado a Italia, Nueva Zelanda, España y EE.UU.
También Juan José Olivieri trabajó la mayor parte de su vida en la industria del petróleo. En 2009, tras 28 años en el rubro, fue desvinculado de una petrolera internacional. “Siempre sentí atracción por la actividad emprendedora, pero la dedicación puesta en la relación de dependencia me impidió concretar mis proyectos”, explica. Invitado por un amigo, comenzó a desarrollar una franquicia de estética personal, con un balance muy positivo.
Para él, el coaching resultó fundamental: “Los cursos me generaron un espacio de continuidad laboral. Es muy angustiante (sobre todo para los que tenemos más de 50) asimilar la desvinculación y sentir que uno queda fuera del sistema”.
También hay casos en los que la independencia laboral no era la situación soñada. Francisco Torre (59) tuvo que optar por un retiro voluntario cuando Acindar ofreció una retribución económica para empleados con más de 25 años en la empresa. Entre el retiro y la posibilidad inminente de despido, Torre se decidió por la primera opción. Una vez superado el impacto inicial, se dispuso a hacer uso de la experiencia, archivo y contactos, para asesorar a proveedores de la industria del acero en capacitación de recursos humanos, mejora de la imagen del producto y vinculación entre proveedores y clientes. De los cursos de coaching, recuerda el optimismo que le transmitieron: “Lo que más me costó fue haberme quedado sin un contexto de reconocimiento. Tenía una inmensa angustia pero, poco a poco esa sensación se está yendo”.
Hernán Horovitz (Especial para Clarín)
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