lunes, 12 de mayo de 2008

Cómo hacer de una gran idea un gran negocio

La utilidad y potencial de un producto no siempre se traducen en ganancias. Las claves para que un buen invento se convierta en una empresa rentable.

Son muy pocos los que logran el sueño de vivir de un invento propio, aunque tanto en la Argentina como en el mundo, son miles los que lo intentan. La gran diferencia entre el éxito y el fracaso, según quienes ya pasaron por la experiencia, no la hacen los inventos en sí, sino la capacidad que se tenga para pasar de inventor a empresario y saber también "inventarse" un adecuado "plan de negocios".

Datos de la Cámara Argentina de Inventores Profesionales señalan que en el país existen alrededor de 3.000 inventores, de los cuales sólo unos 150 son creadores de PyMES o tecno-emprendedores, es decir un 5% del total. Sin embargo, la Argentina está ubicado en el puesto número 14 a nivel mundial de lo que se denomina "coeficiente de inventiva", que es un índice que se obtiene de la cantidad de patentes nacionales por cada 10.000 habitantes. De acuerdo con los datos de la Administración Nacional de Patentes del Instituto Nacional de la Propiedad Industrial, en el país se otorgaron 3.208 patentes industriales en 2006 y 2.897 en el año 2007, en ambos casos la proporción de patentes nacionales representa el 20%, y las llegadas desde el exterior el 80%. Aunque parezca baja, esta proporción "es la mayor en Iberoamérica", según advierte Eduardo Fernández, presidente de la Cámara Argentina de Inventores Profesionales.

Fernández asegura que sólo el 1% de los inventores argentinos llega a desarrollar su creación y a establecer una empresa para explotarla. Basado en su propia experiencia, Fernández explicó de manera simplificada los pasos que inventor debe dar para sacarle provecho a su creación. "Los inventores que tienen alguna oportunidad de crear una empresa a partir de su invento son los que no sólo se concentran en la parte técnica de su invento, sino que además trabajan mucho en los aspectos legales (marcas y patentes de invención), y los aspectos económicos, financieros y de gestión. Todo eso se debe traducir y volcarse en un plan de negocio, y luego se comenzar la búsqueda de inversores para el start up", apunta.

PENSAR COMO EMPRESARIO
Quiénes han tenido éxito en esto de vivir de un invento, coinciden en que la clave está en tener claros los criterios empresariales. Ricardo Maclen inventó hace doce años una "máquina emblistadora" que sirve para envasar comprimidos y cápsulas medicinales en blisters, con la novedad de que su equipo se adapta a pequeñas escalas de producción, es decir que sirve tanto a pequeños laboratorios para medicina humana o veterinaria, como a hospitales y farmacias.

"He observado que muchos inventores consideran que su tarea concluye cuando tienen un prototipo que funciona y comienzan el trámite de patente. Creen que de allí en más es asunto de un inversor que el producto llegue al mercado. Según mi criterio, eso es sólo el comienzo, hay que hacer un plan de negocios y continuar avanzando hasta lograr el verdadero objetivo, que es generar ingresos. Si el inventor no puede hacerlo solo, conviene asociarse", resalta el inventor.

La experiencia de Luis Pittau y Mirta Fasci habla, por su parte, de la necesidad de encontrar un "interlocutor adecuado para desarrollar el invento", según comenta el propio Pittau. Estos inventores crearon el que es hoy el envase más premiado del mundo por lo que representa para el cuidado del medio ambiente. Se trata de una botella de plástico que puede ensamblarse con otras de sus similares y ser utilizada para construir desde bancos y bibliotecas hasta revestimientos y paredes. Cuando Pittau habla de hallar un "interlocutor", no se refiere precisamente a un socio financista. "Me refiero a un sector, a un segmento industrial o al mismo Estado como destinatarios de ese invento que vendría a dar una solución a una necesidad, o a mejorar las soluciones que ya existen", explica.

Los objetos, máquinas o artefactos que se inventan en el país, pese a que en su gran mayoría corresponden a creaciones de "baja o media tecnología", son los productos con mayor valor agregado que puede explotar la Argentina. Y para pasar del prototipo a la producción real, la inversión inicial va desde los u$s 100.000 hasta los u$s 300.000. Estas cifras hacen obvia la necesidad de planes de financiación y asistencia para los inventores.

Tener que "remar contra la corriente", es el denominador común en la experiencia de quienes explotan su invento. "A veces uno escucha los discursos donde se anuncian estímulos o créditos blandos y cuando uno quiere inscribirse no existen. Por eso, creo que hay que remar contra la corriente, planear y confiar en los propios recursos, desarrollar la creatividad , no perder el entusiasmo, tomar el camino como un desafío, trabajar en equipo, ayudar a los que vienen atrás , y ser consciente de que el mejor modo de que las cosas cambien es producir los cambios nosotros mismos", advierte Pittau.

En definitiva, los inventores que alcanzan el éxito son los que también se inventan el negocio. El talento de los creadores argentinos que han tenido éxito fue complementado con capacidad estratégica, visión de mercado y formación de criterios empresariales. Una vez hecho el invento, los inventores exitosos se rediseñaron a sí mismo y se convirtieron en empresarios.

Kristian González Boscán
Revista Fortuna

2 comentarios:

Jimena dijo...

Felicitaciones tambien por este blog!!.. lo acabo de descubrir!
besos!

Naranjas Producciones dijo...

Me resulta muy útil este blog, gracias. Paola de Naranjas Producciones
naranjasproducciones.blogspot.com