miércoles, 27 de octubre de 2010
Las dos caras de los superángeles de capital riesgo
Uno de los principales cometidos de las compañías de capital riesgo es financiar emprendedores prometedores. El sentido común, que muchos dicen ha caído en desuso a medida que las empresas más antiguas han madurado, dice que los retornos son mejores cuando las compañías de capital riesgo son emprendedoras, ágiles, valientes, bien relacionadas y con un apetito por el riesgo.
Una nueva cosecha de inversores de riesgo pequeños y ágiles, y que entienden de tecnología, llamados superángeles, están intentando rescatar ese modelo de inversión, llevando a cabo operaciones que pesos pesados como Kleiner, Perkins Caufield & Byers y Sequoia Capital habrían hecho en sus comienzos.
Al ocupar una posición intermedia de financiación entre los llamados “business angels” y las empresas de capital riesgo, los superángeles presentan características comunes a ambos, pero además de crear y construir empresas cuentan con un conocimiento oportuno de contenidos digitales. En general, se trata casi siempre de emprendedores; muchos vienen de Google y Paypal. Están muy bien relacionados en el área tecnológica, con los ángeles convencionales y las grandes empresas de capital riesgo.
Aunque casi ninguno ponga el número de teléfono en sus webs, son grandes usuarios de Twitter y tienen blogs. Con frecuencia hacen referencias o comentarios sobre los posts de otros superángeles. Ellos dicen que siempre actualizan el perfil que mantienen en las redes sociales porque genera comentarios sobre su trabajo. También fomentan la imagen de formar parte de una comunidad selecta y sofisticada de fundadores e inversores.
Mientras los ángeles tradicionales invierten sólo dinero propio, los superángeles gestionan pequeños fondos donde su dinero se mezcla con el dinero de amigos, familiares y oficinas encargadas de gestionar las finanzas de grandes familias acaudaladas. Algunas empresas de superángeles gestionan el capital institucional de universidades además de otras instituciones, y al menos algunas dicen que deberán dar mayor prioridad a ese tipo de fondos, a medida que construyen un historial de rendimiento.
Los superángeles normalmente operan con fondos con una inversión de US$ 10 millones o menos, aunque están comenzando a romper esa marca. Las inversiones individuales hechas por sus empresas suelen situarse por debajo de US$ 500.000. A veces, ese valor puede llegar a decenas de miles de dólares, pero raramente llega a US$ 1 millón. Por el contrario, las inversiones individuales de las firmas de capital riesgo tradicionales son, por norma, multimillonarias. Cuando una empresa en su etapa inicial necesita de US$ 500.000 a US$ 2 millones, los superángeles prefieren ampliar el número de inversores asociados a emitir un cheque de valor elevado.
Al igual que los inversores ángeles, los superángeles están especializados en empresas en fase inicial de desarrollo, invirtiendo generalmente en ideas que, al principio, son poco más que una "presentación en Power Point" en términos de resultados tangibles, según explica Josh Kopelman de First Round Capital, compañía de superángeles de Filadelfia. De momento, la mayor parte parece decidida a quedarse en esta etapa, aunque algunas estén comenzando a reservar parte de sus fondos para hacer inversiones adicionales con el objetivo de ayudar a sus empresas nuevas a crecer y a desarrollarse plenamente. Eso permite a las empresas "apostar con más fuerza por las compañías más prometedoras", observa Roger Ehrenberg, superángel de Nueva York. Además de eso, las inversiones adicionales pueden ser necesarias para evitar que se diluya de manera significativa la participación de la empresa en la start-up, si ésta decide recurrir a las grandes compañías de capital riesgo, señala Bo Brustkern, ex-inversor de riesgo que hoy gestiona una empresa de consultoría.
Mientras ángeles y firmas de capital riesgo invierten en una amplia variedad de sectores, los superángeles se especializan en sólo algunos negocios, donde los costes de iniciación de un proyecto son mínimos, los índices de consumo de la inversión son simbólicos y la operación se estabiliza en el plazo de seis meses a un año si la idea es factible. Ellos invierten en telefonía móvil y software de Internet, herramientas para redes sociales y plataformas, ciber publicidad y negocios de medios —algunos se especializan en empresas y otros en consumidores. Un ejemplo extremo de lo que puede suceder en una inversión de ese tipo: Chris Sacca, fundador de la empresa de superángeles Lowercase Capital, en Truckee, en California, señala, "Tengo una empresa en mi cartera con una tasa de consumo de inversión de US$ 3.500 al mes. El coste no es la tecnología; es el personal, la alimentación y el alquiler".
No hay superángeles en sectores que demandan un gran volumen de capital, como es el caso de los segmentos de hardware, semiconductores, comercio minorista, biotecnología, ciencias humanas o tecnología limpia, dice Manu Kumar de superángeles K9 Ventures de Palo Alto, en California, que gestiona solo. Fue una elección inteligente, dice David Hsu, profesor de Gestión de Wharton, porque "la tecnología de vanguardia ya se ha vuelto una commodity. Por lo tanto, la pregunta que se debe formular es la siguiente: ¿usted es capaz de descubrir una buena idea y conseguir gente que esté en condiciones de ejecutarla?". Si los superángeles lo logran, generalmente no importa mucho si la idea inicial de la start-up fracasa. Con tasas de inversión como las que ellos manejan, "pueden perfectamente permitir que una empresa nueva repita varias veces una misma etapa, evolucione y ajuste su avance" hasta llegar a un plan de negocio lucrativo, destaca Kopelman.
Recuperación de la inversión rápida, retornos menores
Ese tipo de estrategia explica por qué los superángeles, por lo menos de momento, parecen tener una tasa más baja de fracasos absolutos que las grandes compañías de capital riesgo, dicen los observadores. Ehrenberg, superángel de Nueva York, invirtió en 40 empresas en los últimos cinco años y medio. Él se salió de cinco, pero sólo tres fueron un fracaso total. Las demás recibieron inversiones aún mayores o aún están buscando alternativas valiéndose de los fondos de que disponen.
Mientras los ángeles esperan pasar las empresas en que invierten a la próxima etapa de la cadena alimenticia, vendiendo su parte a inversores de riesgo tradicionales, los superángeles normalmente evitan las grandes empresas. En vez de eso, sólo permiten que sus emprendedores vendan la empresa a otra mayor, como Google, Facebook, eBay o Microsoft, después de que la start-up haya probado que su idea funciona, pero antes de crear un mercado específico (lo que, por norma, exige mayores inyecciones de capital). Tácticas de ese tipo tienen como resultado salidas rápidas de las inversiones realizadas, cosa que los inversores de riesgo y los ángeles no suelen hacer, además de proporcionar retornos monetarios más modestos que los ingresos a los que están habituados.
Actualmente, las compañías tradicionales de capital riesgo invierten de cinco a nueve años en una empresa, según datos de Dow Jones VentureSource. Normalmente, los ángeles sólo pueden vender su participación en una empresa después de que el resto de inversores hayan vendido la suya, observa Brustkern. Por ejemplo, la empresa superángel Felicis Ventures ya ha pasado por 15 eventos de liquidez [venta de la participación adquirida] desde que su fundador, Aydin Senkut, comenzó a invertir en la empresa a principios de 2006. Él dice en su web que los eventos tuvieron lugar en un intervalo de tres años y medio después de la inversión inicial en la empresa.
Las adquisiciones hechas por las empresas en las que tienen participación los superángeles generalmente se sitúan en una franja de US$ 10 a US$ 50 millones. Los compradores son la mayor parte de las veces empresas de tecnología con mucho dinero en caja. "Empresas de gran tamaño como Google, Facebook, News Corp., Motorola, Amazon, Yahoo! y Microsoft prefieren comprar start-ups, ya sea una empresa de captación de talentos a US$ 2 o US$ 3 millones por ingeniero, o jóvenes empresas estratégicas de US$ 20 millones que estén próximas al punto de inflexión", dice Sacca.
Esos valores son irrisorios para los estándares de los inversores de riesgo, pero Hsu destaca que "en vista de los bajos costes de las inversiones iniciales, basta una tasa modesta de éxito para que el retorno sea considerado suficiente durante el periodo de inversión en relación al riesgo incurrido". Kumar coincide con este punto de vista. "Si estoy invirtiendo centenares de miles de dólares en una empresa que después se vende por US$ 50 millones, eso es un buen retorno. Los superángeles dependen de muchos buenos retornos". Por ejemplo, una de las historias de éxito del sector es el de Invite Media, empresa de publicidad digital fundada a principios de 2007 y que recibió un aporte inicial [conocido en el entorno financiero como capital semilla] de First Round Capital a finales de aquel año. Dos años después, la start-up recibió otra inyección de capital de First Round, además de inversiones de una empresa de capital riesgo, pero el total "era menos de US$ 5 millones", dice Kopelman. En junio de este año, los fundadores de Invite Medía vendieron la empresa a Google por US$ 80 millones, según informaciones publicadas.
Algunos analistas de la industria de riesgo se han quejado últimamente de que los superángeles están acortando el tiempo de vida de empresas que podrían ser "el próximo Google" al venderlas antes que hayan tenido tiempo de desarrollar un mercado. Otros, sin embargo, creen que no son más que comentarios de gente frustrada: al permitir que algunos de los fundadores más brillantes y prometedores vendan su participación demasiado pronto, los superángeles perjudican el flujo de los negocios de los inversores de riesgo —que necesitan de un flujo muy bueno para sobrevivir. Según David Wessels, profesor adjunto de Finanzas de Wharton, los superángeles están simplemente jugando con las cartas que tienen, tal y como hacen los inversores de riesgo. "Las empresas podrían crecer y seguir su propio ritmo, pero esos inversores no recuperarían su dinero para reinvertirlo lo más rápido posible, tal y como hacen. Su objetivo es despegar muy deprisa, y no atravesar las etapas posteriores del negocio".
Dicho esto, añade Wessels: "Si un superángel descubriera realmente el próximo Google, no se saldría de esa empresa. Por lo tanto, es falsa la idea de que un superángel jamás produciría un Google".
Los superángeles fueron de los primeros en invertir en redes sociales como Twitter y Facebook; así como en Mint.com, un servicio financiero personal online. Ellos todavía mantienen su participación en los dos primeros. First Round decidió romper con su política de entrar sólo con capital semilla y participó en sucesivas rondas de inversiones en Mint.com antes de que el servicio fuera adquirido por Intuit, en 2009, por US$ 170 millones, según informaciones de la industria.
"Nuestro negocio no se limita a las salidas rápidas", dice Kopelman. "Teníamos una empresa que vendimos a Google por US$ 100 millones, pero había otras por las que llegaron a ofrecernos mucho más y que decidimos conservarlas". Los superángeles no tienen como objetivo exclusivamente salidas de US$ 25 millones o de US$ 50 millones", dice él, pero como la inversión total de su empresa es relativamente pequeña, "una salida de esas puede generar un retorno positivo para nosotros". Mientras K9, First Round y Ehrenburg, de IBA Venture Partners, invierten, en general, en unas pocas empresas por socio al año, muchas otras invierten a un ritmo extraordinariamente rápido. Senkut invirtió en 60 empresas en cuatro años y medio. Ron Conway, muy conocido por los negocios que hace, creó un fondo de US$ 10 millones a principios de año y fue uno de los primeros inversores de Google, Ask Jeeves y PayPal. Él hace cerca de cuatro inversiones al mes, de acuerdo con TechCrunch. Eso lo deja en relativa desventaja en relación a una empresa del tamaño de Kleiner Perkins, que cuenta con más de 30 socios y un equipo completo de apoyo.
Nuevas tentaciones y desafíos
Los superángeles más dinámicos están literalmente sembrando un campo de start-ups para ver cuál de ellas va a florecer. Los críticos, sin embargo, dicen que esta estrategia puede estar encubriendo una resistencia o falta de habilidad a la hora de diferenciar empresas prometedoras de otras avocadas al fracaso, lo que podría perjudicar a esos inversores cuando las condiciones de mercado no fueran tan favorables como ahora. Para Wessels, sin embargo, la estrategia tiene mucho sentido tal y como está. "El exceso de due dilligence (comprobación minuciosa de los datos) en una empresa por parte de un fondo de gran tamaño se debe a que está invirtiendo en etapas posteriores donde es posible separar vencedores de perdedores. En el caso de empresas muy pequeñas, es mucho mejor hacer algunas propuestas, entrar con algo de capital y de orientación para ver qué sucede, y así identificar en cuál vale la pena invertir más o cuál necesita más orientación.
"Está claro que la estrategia del superángel de hacer una serie de apuestas pequeñas, dando prioridad a las start-ups más prometedoras y vendiendo rápidamente el resto por una cuantía modesta a un grupo específico de compradores adinerados, parece muy apropiado para una industria donde todo es cíclico. Por lo tanto, hay quien se pregunta dónde estarán los superángeles de aquí a cinco años.
Las fusiones y adquisiciones (F&A), crecen y se contraen cíclicamente. En el primer semestre de 2010, había 197 negocios de F&A relacionadas con la TI solamente en la región de la bahía de San Francisco, según datos de 451 Group. La empresa informa que sólo Google compró 43 empresas en los últimos tres años y medio. Yahoo!, eBay y Adobe compraron 18, diez y siete, respectivamente. Para el futuro, los especialistas esperan un declive de esas actividades.
Kopelman resalta que, en vista de la lenta tasa de consumo de la inversión de la mayor parte de las empresas que forman parte de la cartera de los superángeles, las empresas podrían "fácilmente soportar una fase mala de 12 a 18 meses en el mercado de F&A". Esta afirmación puede ser una realidad hoy en día, según los expertos, sin embargo, se prevé un proceso de maduración en el sector de la Web 2.0 al igual que ocurrió con el comercio electrónico, los motores de búsqueda y otros segmentos. A esas alturas, los superángeles tendrán que descubrir otro nicho rentable o cambiar la estrategia de desinversión para centrarse en empresas de costes elevados. Si eso sucede al mismo tiempo que la desaceleración del mercado de F&A, las empresas se verán perjudicadas.
Además de eso, si el mercado de OPV [ofertas públicas de acciones] se calienta, los inversores de riesgo pueden comenzar a materializar un mayor número de éxitos. Las sociedades limitadas, principalmente las institucionales, pueden sentirse decepcionadas con los superángeles y con su colección de éxitos, aunque sean constantes. Doug Collom, vice-rector y profesor de Wharton, es también socio de Wilson Sonsini Goodrich & Rosati de San Francisco. Para él, ese cambio ya está teniendo lugar. "Cuando los inversores de riesgo quieren hacer negocios, pero no hay OPV a la vista, hay que concentrarse en empresas que sean atractivas para los grandes compradores", dice él. Aunque los superángeles tienen ventaja, porque operan con una mayor flexibilidad de precios que los inversores de riesgo, "los mercados de acciones comenzaron a abrirse a las OPV de las empresas de tecnología, lo que se puede considerar un efecto muy positivo. Ahora, los inversores de riesgo pueden prestar atención a las empresas que surten a los grandes mercados sin preocuparse por el hecho de que alimenten, o no, a los grandes compradores".
Mientras tanto, en lo que se refiere a la recaudación de fondos, el éxito trae consigo nuevas tentaciones y desafíos para los superángeles. Sacca destaca que los inversores institucionales han llamado a su puerta y a la de otros superángeles, sin embargo una inversión de US$ 10 millones es demasiado pequeña para los intereses de la mayor parte de ellos. "Ese es el valor que quieren colocar en un fondo", dice él. Algunos superángeles se han hecho demasiado grandes para aceptar a esos nuevos clientes. Muchas empresas parecen querer crecer de tal manera que permanezcan fieles a su nicho, por eso trabajan con valores de capitalización de mercado de US$ 15 a US$ 20 millones por montante básico invertido, lo que es mitad o menos del valor con que trabajan los socios de una empresa de inversión de riesgo de gran tamaño. De forma acumulada, sin embargo, lo que se hay es un volumen mayor de dinero en busca de pequeños negocios en el segmento de capital semilla, dicen los especialistas.
Además, trabajar con clientes institucionales es diferente a trabajar con uno mismo como ángel, o con un círculo familiar o de amigos. "Mis inversiones de mayor éxito siguen siendo las independientes. Están creciendo y quiero que crezcan más y tengan éxito, para que tengan una buena oferta de F&A o una OPV", dice Ehrenberg. "Como ángel, no me importaba, podía ser paciente. Pero en la sociedad limitada, el momento de la salida es esencial; existe el deseo de liquidez. Por lo tanto, tienen todas esas cosas con las cuales yo no tenía que lidiar anteriormente". Debido a los cambios ocurridos en el sector, K9 de Kumar prevé una evolución ineludible. "Todos vamos a entrar en esa espiral. Si yo trabajo con capital institucional [y es lo que pretende hacer en su próximo fondo], seré más grande. Es así cómo se crece, no se puede cambiar el tipo de inversión que haces".
Al mismo tiempo, los analistas dicen que con la maduración del sector de la Web 2.0 y de su estrategia de salida, y a medida que se vuelve cada vez más difícil escoger una empresa vencedora, los superángeles que dependen de sembrar de forma intensiva, y no de recoger éxitos evidentes, pueden tropezar y quedarse por el camino. Otros, sin embargo, con seguridad, van a fijarse en el nicho inicial, van a adaptarse a medida que vaya cambiando y estarán satisfechos con el montante relativamente pequeño de riqueza que va a generar. "Los superángeles tienen una química diferente de la química de los inversores de riesgo", dice Wessel. "No son profesionales de las finanzas; son ex-emprendedores. Si usted es un emprendedor de verdad, lleva en la sangre esa manera de hacer negocios".
Fuente: wharton.universia.net
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