Innovar, experimentar, crear… Emprender es un proceso que involucra el surgimiento de una idea, su conceptualización y la implementación en lo que se llama “Start-Up”, o primera fase del negocio. Luego viene el desarrollo y el crecimiento. Los límites de éste dependen de la visión y ambición del emprendedor (o equipo emprendedor), del tamaño de la oportunidad de negocio y del modelo que se desarrolla para captarla.
Emprender no es una tarea fácil. Para aumentar las probabilidades de éxito de una nueva empresa, existen algunos temas claves que hay que tener en cuenta:
• la oportunidad;
• el modelo de negocio;
• el análisis de los riegos versus las recompensas; y
• el equipo emprendedor.
De los cuatro, el más importante es este último, dado que un emprendimiento es una idea que sólo será realidad si existen un grupo de personas convencidas de que es posible, y ponen toda su energía en conseguirlo.
En el veloz, cambiante y global mundo actual la principal ventaja competitiva radica en la innovación constante y la adaptación a los continuos cambios. Para ser exitoso en este contexto, las personas son la clave. Hoy, el viejo paradigma del emprendedor individual exitoso, famoso hasta hace una década, se volvió obsoleto. Aquel individuo que con una gran idea, mucha dedicación y algo de suerte tenía el éxito asegurado fue perdiendo terreno. Un puñado desarticulado de grandes emprendedores ya no es competitivo para los niveles de eficiencia e innovación constante que exige el mundo actual, que requiere del talento, energía y compromiso de un equipo de personas.
Se trata del emprendedorismo colectivo, es decir, de un grupo de personas que trabajan juntas para enfrentarse al desafío de la competencia global. Este nuevo concepto de entrepreneurship integra las habilidades individuales en un grupo, y la capacidad innovadora resultante es mucho mayor que la suma de todas las capacidades y esfuerzos individuales. Es fundamental que el espíritu, la visión y la actitud del equipo emprendedor se transmitan a cada una de las personas que se suma al equipo. Este conjunto de líderes y sus equipos transforman los riesgos en agregación de valor.
Dado que la innovación debe ser continua e incremental, la misma no es producto de una gran idea sino de la suma y el perfeccionamiento de un conjunto de ideas diseminadas por todos y cada uno de los niveles de la organización. Todos los trabajadores pueden agregar valor descubriendo oportunidades de mejora continua y reinventando a diario la compañía. En este sentido, el desarrollo no es exclusivo de un departamento aislado de la organización, sino que es transversal y permanente en la medida en que se busca nuevas maneras de capturar y construir valor sobre el conocimiento ya acumulado de sus trabajadores.
Este “emprendedorismo colectivo” es clave para construir el camino hacia el éxito de la compañía, objetivo importante para managers y trabajadores. Para los managers, la construcción del camino tiene que ver con atraer personas que compartan valores y actitudes, retener a las mejores, inspirar la creatividad e innovación, y participar a los trabajadores en la creación de valor de la compañía a través de premios tales como profit sharing, gain sharing o performance bonuses para demostrar que el éxito de la compañía es el resultado del esfuerzo de todos. Los managers no son quienes resuelven todos los problemas, sino que son líderes capaces de generar el ambiente propicio para que cada quien identifique y resuelva los problemas específicos.
Para los trabajadores, la construcción del camino tiene que ver con aceptar clasificaciones flexibles de puestos de trabajo, retribuciones con una parte variable relacionadas con los beneficios económicos y las mejoras en productividad, y poder tomar cada vez mayores responsabilidades en el desarrollo de la compañía. Para que esto funcione la estructura de una compañía emprendedora debe ser descentralizada, organizada según criterios de coordinación y comunicación en vez de estar basada en criterios de control y mando como en las obsoletas estructuras verticales.
Lo importante es realmente aprehender la idea de que el emprendedor dentro de la compañía no es sólo el equipo emprendedor, sino todas las personas que la componen. Finalmente, todas estas personas terminan siendo de alguna manera socias en el futuro. La distinción entre “emprendedores” y “trabajadores” se hace difusa: cada persona de la empresa participa en su evolución y está comprometida con su éxito. El gran desafío es mantener este espíritu en las diferentes fases de crecimiento de la compañía.
Está claro que al final son las personas las que producen los cambios.
Marcelo Berenstein
Grandes Pymes
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