El camino de emprender está marcado por una característica que lo hace distinto de cualquier otro trabajo: Depende de ti. Esto implica que los éxitos y los fracasos son tu mérito. Y precisamente por este hecho, podemos caer en un importante y frecuente error: tomárnoslo demasiado en serio.
Lo cual no quiere decir que no seamos serios, profesionales o responsables a la hora de emprender y/o hacer crecer nuestro propio negocio. Pero el día a día puede estar inmerso en pensamientos que frenan, bloquean e incluso llegan a conseguir que nuestra empresa finalmente no salga adelante. Son pensamientos o creencias limitadoras que posiblemente te suenen familiares:
* ¿Y si no me sale bien? ¿qué voy a hacer?
* Me estoy jugando mi futuro (y posiblemente el de mi familia).
* Como no me salga esta operación estoy perdido.
* No sé si lanzarme, me lo juego todo a una carta.
* Se me ha caído este cliente. ¿Qué voy a hacer ahora?
El dar demasiada importancia a lo que nos sucede implica cargarnos emocionalmente de tal manera que limita grandemente nuestra capacidad de respuesta ante el reto, el desafío, el problema o lo imprevisto.
Y la mejor estrategia para contrarrestar este hecho es: DISFRUTA CON LO QUE HACES. Pero disfruta con todo lo que hagas y con todo lo que suceda.
Tener siempre presente que tu negocio existe para disfrutar del mismo el mayor tiempo posible, quiere decir entre otras cosas que:
- Debemos crear y orientar el negocio hacia lo que nos gusta
- Nunca debemos olvidar que el negocio es nuestro, y nosotros ponemos las reglas siempre, y estas deben ser acordes al hecho de disfrutar trabajando.
- Nada nunca es tan importante como parece. Tomarse con humor y relativizar lo que sucede es una de las herramientas mágicas de los emprendedores de éxito. De hecho, ¿qué pensaremos dentro de 10 años sobre el problema que hoy nos agobia y nos lastra?
- Hay que conseguir que los que están contigo, también disfruten.
- Crea tus propios mecanismos de control para "pillarte" tomándote demasiado en serio el negocio, o a ti mismo, y ríete de situaciones, que como cualquier otra cosa, se pueden mirar desde muchos puntos de vista.
- Y sobre todo, ante los problemas y las adversidades, hazte las preguntas que marcan la diferencia entre un emprendedor y alguien que no lo es:
- ¿Qué oportunidad se me presenta en estas circunstancias?
- ¿qué ventaja me está aportando esta situación, y que yo no estoy viendo?
- ¿cómo puedo sacar el mejor partido de este obstáculo?
- ¿Cómo puedo ganar dinero con ello?
Recuerda que los emprendedores tenemos una gran ventaja: podemos construir o re-construir el negocio a nuestra medida. De facto, es nuestro derecho hacerlo así, y nos lo debemos. Un negocio a nuestra medida implica todos los días algo que nos llena, que nos ilusiona, que genera pasión: esta es la garantía de divertirte y además emprender con éxito.
El hecho de disfrutar haciendo lo que haces, es la mayor prueba de inteligencia que existe. Y si no estás trabajando inteligentemente, ¿Cuál es el primer paso que vas a dar mañana para disfrutar en tu empresa? No pierdas ni un minuto más. Posiblemente sea la mejor inversión que puedas hacer en ti y en tu prosperidad.
José Pedro García Miguel
Coach de empresarios
Director de Excellence Researche Institute
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