martes, 5 de marzo de 2013

De empleado a propietario: algunas preguntas clave

 
Quien siga mis escritos sabrá ya que creo de manera ferviente en el capitalismo de los emprendedores, no de los dinosaurios. Y que habitualmente propago la convicción de que el mundo necesita más emprendedores y que es a través de ellos como podremos tener mejores resultados en materia de empleo, justicia social y calidad de vida.

Pero de la misma forma que defiendo aquello, descreo de aquel fundamentalismo simplista que, con arengas divertidas pero desmedidas, pregonan consignas como “cambiar el mundo” o “pensar en grande” o “la escala global es todo”. Por supuesto que muchos emprendimientos tienen la posibilidad de nacer con esas banderas. Y son fantásticos. Pero la gran mayoría, no. Y también son fantásticos porque logran, cuanto menos, abrir una puerta de autoempleo para sus protagonistas, siempre terminan generando algo de empleo para otros y, en general, resuelven algún problema o necesidad con mayor humanidad que lo que suelen hacerlo las empresas ya establecidas.

Ser empleado no es una “condición”. Es solo una circunstancia. Mejor o peor según el contexto, la etapa de vida de cada persona, sus prioridades, etc. En buena hora se ha acabado el mundo en el que los hijos de los más ricos, los que tenían la posibilidad de recibir la mejor educación o los que gozaban de ciertos beneficios sociales, culturales o raciales, eran los que emprendían. Y los que emprendían sin algo de esto eran excepciones. Hoy, los componentes de pasión, determinación y capacidad de generar equipos valen más para emprender y reunir capital, que cualquiera de aquellos factores.

Pues bien, de donde emanan esos miles y miles de emprendimientos de pequeña o mediana escala (y que quizás, fruto de la conjunción de múltiples factores, podrán convertirse en grandes empresas) que suelen ponerse en marcha en el mundo? En general, surgen de personas que se juntan, dejan sus empleos y ponen en marcha un proyecto.
 
En este post, quiero contribuir con el análisis que toda persona con aspiraciones de emprender y actualmente en condición de empleado, hace previo a arrancar. Y lo haré en forma de grandes preguntas que entiendo es bueno plantearse.

Porqué?
 Hay múltiples razones que pueden explicar el porque de una decisión de autonomía laboral. Aburrimiento con la rutina laboral de la empresa empleadora, mala relación con jefes y gerentes, debilidad del panorama de crecimiento dentro de la empresa, mal clima laboral, etc. Pero en general, todas estas razones tienen como denominador común una situación de insatisfacción, de no poder plasmar lo mejor de uno en el trabajo de cada día, de estar por debajo del umbral de las posibilidades y aptitudes.

 Cuando esto empieza a hacerse evidente con una vigencia imposible de mitigar es que llegó el momento de comenzar a buscar nuevos rumbos.
 Las empresas existentes tienen la responsabilidad de que esto no suceda de forma generalizada pero deben tener la madurez de aceptar cuando a algunos les suceda y ojalá la inteligencia para aprovecharlo.

Cuando?
 No hay un reloj que mida esto con alguna precisión. Pero podemos arriesgar y decir que ello se da “cuando” una persona entiende que ha acumulado algunas experiencias y saberes que construyen skills de valor para ponerse al frente de un proyecto, y “cuando” se logra visualizar una oportunidad lo suficientemente tentadora y con estimaciones de viabilidad para lanzarse a la aventura de emprender.

 Si a esa insatisfacción que hablábamos en el punto anterior le sumamos que el actual “empleado” ha generado skills de las que se siente seguro y esa detección de una oportunidad de acción, estamos ante la situación en la que un empleado comienza a sentir que dicha condición no es inexorable para el.
 
Cómo?
 Comenzando a jugar un partido que progresivamente nos llevará a estar al frente de nuestro proyecto. Es sano y altamente productivo “conversar” del tema con los actuales empleadores. Y llevar esa conversación hasta la máxima expresión de intercambio y colaboración que la cultura de la empresa empleadora y sus dueños permitan.
 Sobre la base de ello, el partido requiere postergar muchas cosas de una vida ordenada para destinar energías crecientes a modelar la oportunidad visualizada, realizar averiguaciones, acopiar conocimientos, conversar con actores de valor para el futuro proyecto, presentarse a certámenes y concursos, etc. Todo, en tiempos extras al trabajo actual, y sin abusar de la confianza de los actuales empleadores. Llega un momento que el partido requiere acción total. Y es hora de renunciar.

Con qué?
 No hay un kit ideal de lo que debe reunirse para dar el salto. Es muy variable según el tipo de proyecto y varias otras circunstancias. No obstante, podemos intentar una simplificación y decir que la “canasta” a armar para emprender requiere tener algo de ahorros y espalda financiera para unos meses difíciles, una situación personal / familiar teñida de apoyo y comprensión, una oportunidad para emprender estudiada y profundizada todo lo posible, alguna “palanca” en la cual apoyarse para alguno de los temas centrales de la idea (por ejemplo el apoyo de la empresa empleadora actual, algún mentor relevante, etc) y una disponibilidad de uno o más compañeros de ruta (futuros socios).
 No hay éxito garantizado. No hay “kit ideal”. Pero con la reunión de estos 5 elementos en cantidades que uno considere y sienta suficientes, hay una buena mochila para emprender la travesía.
 
Donde?
 En el campo o terreno en el que sienta que pueda agregar valor a través de una propuesta que alguien necesita y pagará por ella. En general, son campos que tienen alguna relación con la industria en la que la persona viene desenvolviéndose como empleado. Los buenos empleados que deciden ser emprendedores sin tirar la ética a la basura (salvo que hayan tenido malos empleadores) deben moverse en un estrecho margen que evite una burda competencia de los negocios para los que ha trabajado y, por otro lado, que ello no implique privarse de utilizar todo lo que ha aprendido en esos espacios para su próximo emprendimiento.

 Y esto es un tema de pura cultura emprendedora: mientras más arraigados tengamos los empleadores que nuestros actuales empleados tienen el derecho y la sana posibilidad de emprender y mientras más incorporado tengan los circunstanciales empleados que emprender es mucho más que copiar, más sano será este proceso parta todos.
 Por otra parte, mientras más inclinación y hasta pasión sienta el actual empleado por el tema donde emprender, mejor serán sus chances de construir un modelo propio significativo.

Con quién?
 Sólo es muy difícil. Hay muy pocas chances de comenzar a jugar el partido que va hacia la autonomía y luego comenzarlo si uno peca de soberbia y cree que “contratando” o “consiguiendo” apoyo puntual de otros bastará.

 Emprender requiere compañeros de ruta. De mínima, un socio complementario en habilidades, visión compartida y sintonía de valores. Y de máxima aparecen otros actores, según el tipo y dimensión del proyecto (mentores, futuros empleados estratégicos que requiere convencer ya para sumar a la previa, aliados, etc).

 No hay que escatimar esfuerzos en esto. Dedicar tiempo a conformar esa “comunidad” que te acompañará en el viaje, en distintas posiciones, es determinante y es la mayor capitalización que se puede hacer del networking logrado en los años de “buen empleado”.
 
Para que?
 Para intentar llegar a algo llamado autorrealización. Gracias Maslow por habernos hecho entender que nuestra escala de necesidades supremas trasciende a lo material. Puedes tener todo a tu disposición, pero si sientes que no estás realizado, estarás en problemas.
 El gran “para qué” de una persona que renuncia al estado “sin riesgos” de ser empleado es alcanzar un propósito mayor con su vida y entrar en la reconfortante zona de la propia creación.
 Habrá mas o menos plata, habrá seguramente momentos de extremo sacrificio, habrá múltiples problemas de difícil resolución, habrá sinsabores, ingratitudes, sorpresas. Justamente todo lo que los análisis profesionales y técnicos no pueden estimar. Pero el “para qué” posible es tan grande, tan radiante, que terminará imponiéndose en la decisión de esos actuales empleados que deciden emprender.

Este artículo no pretende ser una apología destinada a que todos los que actualmente son empleados dejen sus empresas y salgan a emprender. Recordemos una vez más que hay múltiples posibilidades de “ser emprendedor” dentro de una empresa existente. Solo pretendo esclarecer que cualquier “empleado” actual puede querer emprender desde cero. Y es muy sano que así sea siempre que parta de un convencimiento personal y se hayan construido respuestas genuinas a muchas de estas preguntas que todos debieran hacerse.

No hay empleados permanentes. No hay emprendedores por decreto o sólo por imperio del dinero. Hay emprendedores. Y por suerte para el mundo, cada vez más.
 
Andrés Pallaro
www.andrespallaro.com

miércoles, 20 de febrero de 2013

Emprendedores de malos negocios

Existen negocios que aun haciéndolos con la mejor disciplina administrativa y con toneladas de liderazgo nunca entregarán utilidades.

Mi principal actividad profesional es ser consejero de empresas y empresarios. Por ello tengo también contactos con personas que emprenden o que desean emprender. Con frecuencia me preguntan cómo poder reconocer un mal negocio. Existen negocios que aun haciéndolos con la mejor disciplina administrativa y con toneladas de liderazgo nunca entregarán utilidades.

Escribo aquí un decálogo para reconocer negocios poco atractivos.

1.- Existen muchos competidores con capacidad instalada subutilizada.
Cuando existen muchos oferentes del mismo producto para el mismo mercado suelen desatarse guerras de precios. Los competidores más poderosos están dispuestos a operar temporalmente incluso con pérdidas para orillar a los pequeños a salir.

2.- Los proveedores son escasos.
Si existen pocas opciones de abastecimiento, el negocio emprendido podría convertirse en un mostrador mas del proveedor. Un ejemplo son las gasolineras, solo tienen un proveedor: Pemex, quien les dicta sus márgenes unitarios de ganancia. Afortunadamente los gasolineros han entendido que su negocio también es rentar espacios comerciales inmobiliarios.

3.- El periodo de recuperación de efectivo es largo.
Existen negocios que entre más venden, más dinero necesitan. Sus dueños necesitan tener un bolsillo amplio. Lo contrario sería un negocio cuyas ventas son al contado, y cuyas compras son a consignación. Es una maquina de generar efectivo.

4.- Los clientes están muy concentrados.
El negocio tendrá menos riesgo y mas poder de negociación hacia el mercado entre mas diversificada su cartera de clientes. Depender de uno o pocos clientes es peligroso.

5.- El negocio vende perecederos propios con demanda cíclica.
Un negocio así necesita altos márgenes, y tendrá que operar con inventarios de alta rotación, de lo contrario la utilidad se queda en el almacén de productos invendibles.

6.- Un negocio que fabrica para ver si vende.
Quien tiene un negocio de fabricación, pero no es dueño de un mercado suele enfrentar altibajos depredadores de efectivo, sobre todo si sus costos fijos son elevados.

7.- Un negocio pequeño que requiera arrendar instalaciones caras.
El ejemplo seria la tienda de regalos que se ubica en un centro comercial famoso, a veces su dolor de cabeza es pagar la renta del local.

8.- Un negocio cuya ventaja competitiva depende de una habilidad que el propietario no tiene.
Aquí el ejemplo es el del restaurante cuyo atractivo es el chef francés. Si el propietario no es el chef, tendrá que compartir generosamente las ganancias.

9.- Un negocio que únicamente funcionará si el dueño lo atiende.
Puede ser un buen negocio, pero como las personas no somos ubicuas, el negocio llegará hasta donde el propietario puede mantenerse insomne.

10.- El negocio que está de moda poner.
Si está de moda, pronto habrá muchos competidores
 
Heriberto Ramos Hernández
Milenio.com
Imagen: web

martes, 29 de enero de 2013

Cómo calcular la rentabilidad de una inversión

La rentabilidad de una inversión es un indicador que mide la relación que existe entre la ganancia de una inversión y el costo de ésta, al mostrar qué porcentaje del dinero invertido se ha ganado o recuperado, o se va a ganar o recuperar.
 
Conocer la rentabilidad de una inversión nos permite saber qué tan bueno ha sido el desempeño de la inversión o, en caso de tratarse de una rentabilidad ofrecida, saber qué tan atractiva es.
 
Y en caso de tratarse de varias inversiones, conocer sus rentabilidades nos permite comparar éstas, y así saber cuál inversión tuvo el mejor desempeño o, en caso de tratarse de rentabilidades ofrecidas, saber cuál es la más atractiva.
 
Por ejemplo, si tenemos que elegir entre una inversión “A” que nos ofrece una rentabilidad de 6%, una inversión “B” que nos ofrece una rentabilidad de 15%, y una inversión “C” que nos ofrece una rentabilidad de 30%, la inversión “C” sería la más atractiva, aunque para decidirnos por ella, además de la rentabilidad, deberíamos tomar en cuenta otros factores tales como el riesgo.
 
La fórmula para hallar la rentabilidad de una inversión es:
 
Rentabilidad = (Ganancia / Inversión) x 100
 
Por ejemplo, si una inversión con un costo de US$12 000 ha generado una ganancia de US$3 000, la rentabilidad de la inversión habrá sido de 25%.
 
Veamos a continuación ejemplos específicos de cómo hallar la rentabilidad para los siguientes tipos de inversión: un negocio, un inmueble y una acción.
 
La rentabilidad de un negocio
En el caso de un negocio, para calcular su rentabilidad debemos tomar en cuenta la inversión del negocio y la ganancia que ha generado, la cual estará dada por las utilidades que ha generado o, en caso de venderlo, por la diferencia entre el precio de venta y la inversión.
 
Por ejemplo, si un negocio tuvo una inversión de US$20 000, y luego de un año genera utilidades por US$2 000, la rentabilidad del negocio habrá sido de: (2000 / 20000) x 100 = 10%.
 
O, por ejemplo, si un negocio tuvo una inversión de US$20 000, y luego se vende a US$30 000, la rentabilidad del negocio habrá sido de: (30000 – 20000 / 20000) x 100 = 50%.
 
En caso de tratarse de un proyecto de negocio, para hallar la rentabilidad debemos tomar en cuenta la inversión y la ganancia futura, la cual estará dada por las utilidades proyectadas (diferencia entre ingresos y egresos proyectados).
 
Por ejemplo, si un proyecto de negocio tiene una inversión de US$20 000, y las utilidades proyectadas para un año son de US$3 000, la rentabilidad ofrecida por el negocio será de: (3000 / 20000) x 100 = 15%.
 
La rentabilidad de un inmueble
En el caso de un inmueble, para calcular su rentabilidad debemos tomar en cuenta la inversión del inmueble y la ganancia que ha generado, la cual estará dada por la diferencia entre el precio de venta y la inversión (ganancia de capital) o, en caso de rentarlo, por la diferencia entre los ingresos por renta y los gastos (flujo de efectivo).
 
Por ejemplo, si un inmueble tuvo una inversión de US$30 000, y luego se vende a US$40 000, la rentabilidad del inmueble habrá sido de: (40000 – 30000 / 30000) x 100 = 33.3%.
 
O, por ejemplo, si un inmueble tuvo una inversión de US$30 000, los ingresos por renta en un año fueron de US$12 000, y los gastos en el mismo periodo de tiempo fueron de US$10 000, la rentabilidad del inmueble habrá sido de: (12000 – 10000 / 30000) x 100 = 6.7%.
 
En caso de que queramos hallar la rentabilidad que podríamos obtener con un inmueble, para hallar la ganancia futura podríamos tomar en cuenta la tasa de crecimiento promedio del valor de los inmuebles en la zona o, en caso de que tengamos planeado rentarlo, el flujo de efectivo promedio de los inmuebles de la zona.
 
La rentabilidad de una acción
En el caso de una acción, para calcular su rentabilidad debemos tomar en cuenta la inversión de la acción y la ganancia que ha generado, la cual estará dada por la diferencia entre el precio de venta y el precio de compra, más los dividendos que podría haber entregado.
 
Por ejemplo, si se compran acciones de una empresa por un valor de US$10 000, y luego de un año las acciones suben de precio y se venden a US$12 000, pero además pagan dividendos por un valor de US$500, la rentabilidad de las acciones habrá sido de: (12000 – 10000 + 500 / 10000) x 100 = 25%.
 
En caso de que queramos hallar la rentabilidad que podríamos obtener con una acción, podríamos tomar en cuenta la rentabilidad que ha obtenido anteriormente, aunque a diferencia de lo que sucede en el caso de otros tipos de inversión tales como los inmuebles, la rentabilidad de una acción es más difícil de pronosticar debido a la volatilidad del mercado de valores.
 
Fuente: crecenegocios
Imagen: Web

jueves, 17 de enero de 2013

5 pasos para gestionar los miedos más comunes de los emprendedores



5 pasos para gestionar los miedos más comunes de los emprendedores : ¿Por qué emprendemos? Cada uno tiene una idea diferente del porqué. Dos los elementos que influyen en esta elección: el carácter de una persona y las condiciones externas.

Sin embargo independientemente de la causa que nos empuje a emprender, todos los emprendedores y emprendedoras tenemos miedos comunes.

El miedo es una emoción y como todas las emociones, si lo sabemos gestionar nos puede resultar muy útil para nuestro emprendimiento. Lo importante es identificarlo y saberlo escuchar: ¿Cuándo? ¿Dónde? y ¿Por qué aparece? ¿De qué quiere avisarme?

¿Por qué quieres emprender?
Cada uno tiene una idea diferente del porqué. Dos los elementos que influyen en esta elección: el carácter de una persona y las condiciones externas. Hay personas que emprenden por vocación y ante cualquier situación tienen la idea o ven la oportunidad para emprender. Otros necesitan un empujón (perdida del trabajo) y la crisis actual ha ofrecido un empujón muy fuerte a mucho indecisos.

Sin embargo independientemente de la causa que nos empuje a emprender, todos los emprendedores y emprendedoras tenemos miedos comunes.

El miedo es una emoción y como todas las emociones, si lo sabemos gestionar nos puede resultar muy útil para nuestro emprendimiento. Lo importante es identificarlo y saberlo escuchar: ¿Cuándo? ¿Dónde? y ¿Por qué aparece? ¿De qué quiere avisarme?

Los miedos mal manejados llevan a la parálisis o a cometer errores costosos. Algunos de los más comunes son:
 •Miedo al Fracaso
 •Miedo al que dirán de mi
 •Miedo al inesperado
 •Miedo a la inestabilidad personal

¿Te reconoces en algunos de ello? O quizás ¿en todos? Vamos más en detalle:

Miedo al Fracaso
El primero, más grande y más común y está relacionado con la idea de éxito que persiste en nuestra mente. Este miedo engloba una enorme cantidad de aspectos: desde el ego personal hasta la responsabilidad por la gente que trabaja contigo o por las deudas contraídas.

La imagen mental de que te persigan los deudores y que te encuentres sin dinero viviendo bajo un puente, es bastante normal, atormenta incluso a los emprendedores más experimentados. Deshacerse de este miedo no sólo es imposible, es peligroso. Este miedo es el que nos impulsa una y otra vez a salir adelante de los problemas.

Miedo al que dirán de mi
“Y si no tengo éxito qué va a decir la gente que me advirtió que no iniciara esta locura… O, la gente que tanto me admiraba por haberla empezado” Este es un miedo ridículo y definitivamente lo debemos eliminar. El tratar de cumplir con las expectativas de los demás es una pérdida de tiempo. No sirve, siempre habrá alguien dispuesto a criticar lo que has hecho, aunque cuando lo has hecho muy bien. ¿Te merece la pena?

Miedo a lo inesperado
Si hay algo seguro en la vida del emprendedor/a es que las cosas se van a salir de control. No importa cuán estructurado sea el plan de negocios o cuán previsor seas, siempre va a haber algo que no habrás previsto o calculado. Cuando trabajar en una empresa grande las sorpresas de lo inesperado se diluyen entre los diferentes departamentos o áreas o jefes, cuando tú eres el emprendedor, todo el balde de agua fría cae encima de ti. ¿Solución? No existe. Aprender a bailar bajo la lluvia sin esperar que termine de llover, es lo que más probablemente tendrás que aprender a hacer. Este miedo tiene un hermano gemelo: miedo a ser mi propio jefe y asumir la responsabilidad final de las decisiones.

Miedo a la inestabilidad personal
Otro miedo muy justificado. Para la mayoría de los emprendedores el iniciar un nuevo negocio implica un cambio total en la vida fuera de la oficina, desde los horarios de trabajo hasta las finanzas personales. Fundamental es conversarlo directamente con de las personas que se vean “afectadas” por tu cambio en estilo de vida (pareja, familiares amigos etc..) y tener una base de protección sólida (la mayor parte de ahorros posibles, minimizar deudas).

Estos miedos que acabo de listar, son miedos que tienen que ver con el futuro, y la incertidumbre, de lo que va a pasarme si me meto en los negocios. ¿Qué hacer con ellos? ¿Cómo puedo manejarme con los numerosos miedos y las angustias típicas de un emprendedor/a?

Darle la vuelta.
Hay un proceso de 5 pasos que puedes usar para aprender de tus temores y gestionarlos de forma eficaz:

Paso 1: Reconoce lo que sucede realmente, los hechos.
No trates de convertir la situación en lo que no es. Procura no dramatizarla, ni racionalizarla, ni minimizarla. Es decir, no te anticipe con tu imaginación creando escenarios apocalípticos, tampoco derrúmbate en escena trágica, así que céntrate en lo que hay, en los hechos.

Paso 2: Toma consciencia, el cuerpo es sabio.
Seas consciente de tu estado para procurar cambiarlo, primariamente percibe la intensidad de la emoción e individua en que parte de tu cuerpo se manifiesta (estomago, hombros, manos et..), nota donde sientes la tensión. Siéntate y respira de forma profunda durante un rato, percibe la intensidad de la emoción y sostenla.

Paso 3: Conecta con el mensaje del miedo, hazte preguntas.
¿Por qué este temor especifico se vuelve recurrente en mi vida? ¿Por qué ese y no otro? ¿Qué tiene qué ver conmigo el tener miedo a …..?

Te invito a que busque el patrón común que surge cuando tienes miedo, este tipo de miedo (es decir, que piensas y que como reaccionas habitualmente).

¿Qué dialogo interior estás manteniendo contigo mismo cuando aparece este miedo? ¿Qué acciones te impulsa hacer?

Paso 4: Identifica la origen del miedo, comprende.
Puede que el miedo venga de experiencias del pasado, de un peligro presente o de un temor futuro. Reconocerlo e identificarlo te proporciona una posición de neutralidad que te permitirá de manejarlo mejor.

Muchas veces, los miedos más grandes de un emprendedor vienen acerca de tema financieros, y generalmente estos temas tienen que ver con patrones familiares y con la forma de vivir y gestionar el dinero. Quizás puedes indagar por allí….

Si no lo consigues, siempre puedes acudir a profesionales que te ayuden a hacerlo como coaches o terapeutas.

Paso 5: Responsabilízate y emprende nuevas acciones, actúa.
Una vez que has entendido el mensaje que el miedo quiere comunicarte, qué has podido enfrentarte con los diálogos internos que estás manteniendo cuando aparece y te has dado cuenta de cómo reacción tu cuerpo. Entonces tienes a disposición toda la sabiduría para planificar una estrategia y unas acciones diferentes ante de ello. Y el poder está de vuelta en tus manos.

Paola Pozzi http://emprendedorasbcn.com 
Fuente: Plan Emprendedor
Foto: Web

lunes, 10 de diciembre de 2012

La génesis del emprendedor



Un emprendedor nace, se hace o… lo hacen?

Las diversas teorías que existen sobre los líderes y la génesis de su desarrollo, me hacen pensar sobre la génesis propia del emprendedor. Los diversos argumentos dedicados al análisis de los líderes y sus características sugieren que la existencia de un líder responde a la validación que este pueda tener por parte del medio. En cambio, el emprendedor es un tipo de ser que no depende de la validación que exista en el medio de si mismo, sino que depende de otras características que muchas veces concuerdan con la personalidad del líder.

Los encuentros y desencuentros existentes entre la persona del emprendedor y la persona del líder, los pone en una situación compleja, lo que me lleva a preguntar quién es el huevo y quién la gallina en este cuento?

El primer elemento que me ayuda a responder esta pregunta tiene que ver con los motivos que llevan a cada uno a lograr su posición, ya sea de líder o de emprendedor. A esta respuesta es la que le debe su nombre este artículo, ya que, es mi sentir que un emprendedor nace y lo hacen. 

Un emprendedor nace desde que opta, por incentivo personal, individual y libre, de querer ser una persona emprendedora. Es más, el solo hecho de poder optar genera en este tipo de personas que su decisión sea total y completamente libre, haciendo de su determinación una bandera de lucha personal que les permite desarrollar sus propias inquietudes. 

Sin embargo, considero que a los emprendedores también “los hacen”. ¿Quienes?, las circunstancias. Este elemento no es contradictorio a lo anterior sino más bien complementario, puesto que si la propia opción es considerada como la luz del emprendedor, este elemento, lo podemos tomar como la sal, puesto que es esto es lo que da sabor y sentido al “ser emprendedor”. 

Esta sal de emprendedor es la que mueve al líder a dar curso a sus ideas, por lo tanto es ahora cuando encontramos el punto en común entre ambas personalidades, sin embargo, un líder no nace, sino que se hace.

Principalmente porque el líder no necesariamente es consciente de lo que provoca hasta que se enfrenta a instancias en las que el medio lo reconoce como tal. Es decir: el líder no siempre tiene la intención de llegar a serlo. Por lo tanto podemos deducir que la diferencia entre la génesis de un líder versus la de un emprendedor, consiste en la opción real que tiene este último de lograr ser la persona que él desea ser; en contraste con el líder, quien logra ser lo que es sin necesariamente pasar por un proceso consciente de querer lograr ser lo que realmente será.

Un segundo elemento que considero válido para poder definir nuestra respuesta tiene que ver con la capacidad que posee cada una de las personas definidas (emprendedores y líderes) de contener a la otra, es decir, pensar que un líder puede llegar a ser un buen emprendedor carece de sentido desde la perspectivas más pura de la definición de liderazgo, sin embargo, pensar que un emprendedor puede llegar a ser un buen líder tiene más sentido, puesto que la evolución y la capacidad que debe desarrollar un emprendedor exige la formación de un carácter en liderazgo, requisito absolutamente necesario para lograr los objetivos de emprendimiento.

En conclusión, podríamos establecer que efectivamente, ambos elementos no son contradictorios ni opuestos, sino que complementarios, puesto que en la medida que existan emprendedores que a su vez sean buenos líderes podremos tener mejores emprendimientos. Luego, lo que los diferencia es que el emprendedor nace desde su propia opción de serlo, sin embargo, el líder requiere de un poco más que su propia opción para lograrlo y, finalmente, digamos que la génesis del emprendedor se encuentra algunos años antes que la génesis del líder.

José Pablo Vidal Araya
Consultor
Fuente: emprendedores.cl
Imagen: Web

jueves, 22 de noviembre de 2012

¿Qué te falta para poder empezar?



Me escribe una lectora comentándome que su principal obstáculo es la falta de seguridad ante nuevos emprendimientos. De hecho, no es la primera que me comenta algo así. ¿Cuántas veces le has dado vueltas a algo en tu cabeza y al final no te has atrevido a dar el primer paso? Tienes en mente una idea, algo que te hace mucha ilusión, que te apetece mucho pero siempre le encuentras un pero, ¿verdad? Ya sea empezar tu propio negocio, cambiar de profesión o cambiar algo de tu vida que no te satisface, parece que nunca te atreves a dar ese primer paso.

Primero decirte que es normal, ante cosas nuevas, el miedo y la inseguridad aparecen rápidamente. No te pasa sólo a ti, nos pasa a todos. El miedo es ese compañero constante que no te abandona ni a sol ni a sombra. A veces es bueno, evita que cometas locuras; pero normalmente es un estorbo, te impide hacer lo que realmente quieres hacer. Como ya he dicho en otras ocasiones, el miedo se disfraza de excusas que, para ti, son poderosas razones para no hacer lo que quieres hacer. Ante un nuevo emprendimiento algunas de las más frecuentes son:
  • Falta de motivación
  • Falta de seguridad o confianza en ti misma
  • Falta de experiencia o conocimientos
  • Falta de tiempo

¿Cuál de estas excusas te pones tú para no empezar? Para empezar algo nuevo lo más importante es sólo una cosa: querer. Cuando realmente quieres hacer algo, no hay nada que te pare. Aunque tengas miedo, aunque creas que no sabes lo suficiente, sigues adelante. Y una vez has dado el primer paso y llevas parte del camino recorrido, si miras para atrás te das cuenta de que:

1. Tu visión es lo que te mantiene motivada
No necesitas una motivación especial para empezar. Si la tienes perfecto y si no, llegará a medida que vayas avanzando y logrando cosas. Lo que de verdad importa es que tengas en mente qué es lo que quieres conseguir y por qué es importante para ti.

2. Es difícil tener seguridad en ti misma al principio
Pero al igual que con la motivación, a medida que avanzas y aprendes cada vez tienes más confianza en ti misma. Cada vez aprendes más rápido y te das cuenta de que lo que de verdad marca la diferencia y genera resultados es actuar, implementar lo que sabes cuanto antes. Formarse es importante, pero hacerlo indefinidamente como excusa para no empezar (porque tienes miedo de no estar a la altura) no te va a llevar a ningún lado. Hasta que no empiezas no te das cuenta de que estás sobradamente preparada y lo que te falta lo aprendes o contratas por el camino.

3. Cuando sabes el “qué”, el “cómo” aparece
Es una de las partes más agradables de atreverte a empezar algo nuevo. Cuando sabes qué quieres pero no cómo lo vas a lograr y aún así tomas la decisión de ir a por ello, entonces el cómo se va presentando poco a poco. A lo mejor te gustaría tener tu propio blog pero no tienes ni idea de cómo empezar y, de repente, te llega al correo el artículo “Cómo empezar tu blog en 3 pasos”. O te decides a empezar tu propio negocio y ves un anuncio de un coach o consultor especializado en emprendedores. Los más escépticos no os creeréis esto, pero pasa. Ya lo dice el refrán “Cuando el alumno está listo, el maestro aparece”. ¿La explicación “científica”? Cuando te centras en algo empiezas a notar cosas que antes te pasaban desapercibidas. Seguro que habías recibido un montón de mensajes sobre blogs, pero ni te diste cuenta porque no era tu objetivo. Ahora que lo es, empezarás a encontrar lo que necesitas para avanzar.

4. Cada uno saca tiempo para lo que quiere
Si no tienes tiempo es que no te interesa sacarlo. Es una cuestión de compromiso. No tienes por qué hacerlo tampoco, puedes seguir como estás. Pero si realmente quieres cambiar, ¿qué puedes hacer hoy mismo para sacar tiempo?

En mi experiencia, si de verdad quieres sacar adelante algo nuevo, tener una visión, un plan, una estructura y alguien que te apoye y te guíe es fundamental. Pero lo más importante de todo es estar comprometida al 100% con tu proyecto. ¿Tú lo estás?

Aida Baida Gil
http://www.degerencia.com

miércoles, 7 de noviembre de 2012

Las 10 claves del fracaso emprendedor



Cansados de la relación de dependencia o simplemente buscando desarrollar un camino de crecimiento diferente, cada vez más personas se están volcando al desarrollo de emprendimientos. Pero así como la tasa de creación de emprendimientos crece, también aumenta la de mortalidad. Para evitar la desmotivación emprendedora es bueno tener en cuenta cuáles son los principales aspectos causales de fracaso.

Las cifras de creación y cierre de empresas en la Argentina arrojan guarismos llamativos: cada año, alrededor del 20% de los argentinos económicamente activos crea una empresa, pero 4 de cada 10 proyectos fracasan en su primer año de vida. De los 6 que sobreviven, otros 5 quedan en el camino en los siguientes 9 años.

Cuando me preguntan cuáles son los principales problemas o errores por los que fracasan los emprendedores, empiezo a responder con preguntas: ¿Qué edad tiene el emprendedor? ¿Dónde vive? ¿Es hombre o mujer? ¿En qué industria se encuentra? ¿En qué etapa de madurez está el negocio? 

Aunque existen muchos elementos a considerar, a lo largo de más de 500 planes de negocios analizados, un sinnúmero de emprendedores capacitados, asesorados y entrevistados, he logrado resumir los 10 pilares fundamentales del fracaso emprendedor.

Independientemente del orden, y de la ponderación que cada aspecto tendrá en cada situación particular, estos problemas son las más recurrentes causas de tropiezos que he encontrado y deseo compartir. 

1- ¿Existe pasión?
El camino emprendedor está lleno de trabas, desilusiones y problemas. El emprendedor debe tener un temple de acero y, para poder soportar todos los altibajos, fundamentalmente debe tener pasión por lo que hace. Emprender es como escalar el Everest: sólo llegan los movidos por la pasión, los que enfrentan sus miedos, y no los movidos sólo por ambición.

2- ¿Tener pasión, es suficiente?
Rotundamente no. La pasión es necesaria pero no suficiente: se requiere de conocimiento específico en materia de negocios. Nadie duda de que el emprendedor conoce sobre el producto o servicio en profundidad, pero para hacer negocios es necesario desarrollar habilidades diferentes. Por ejemplo, existen modelos que permiten optimizar (tiempos, costos) la distribución de productos. Otros que permiten calcular el nivel de precios más adecuado de acuerdo a diferentes enfoques. También existen aquellos que nos pueden indicar hasta dónde podemos crecer sin resentir nuestra estructura financiera. Estos conocimientos y habilidades pueden ser adquiridos mediante capacitación, con la inclusión de un socio con experiencia o con asistencia externa.

3- ¿Es negocio?
Muchas veces, el enamoramiento del emprendedor hacia su producto o servicio es tan grande que desatiende lo inherente al negocio. Me refiero a que una buena idea, un buen producto o un buen servicio no necesariamente implican un buen negocio. Muestra de esto es que el 90% de los emprendedores no sabe cómo medir la rentabilidad, por lo que van a ciegas tomando decisiones inadecuadas a lo largo del proceso.

4- ¿Es sostenible?
El emprendimiento es como un hijo, y no hay nadie más bonito que el propio hijo. Pero lo cierto es que, al salir al mercado, deberá competir directa o indirectamente con una serie de alternativas. Y no sólo eso: pueden aparecer nuevos competidores que copien o mejoren la idea. Es necesario que el emprendedor construya ventajas competitivas sostenibles e innove, ya que la inversión y los gastos son seguros, pero los ingresos no.

5- ¿Quién es el cliente?
“Todos” es una respuesta que escucho con frecuencia. Pero lanzar un negocio para todos, es como lanzar un negocio para nadie. No es lo mismo una persona joven que una adulta, un hombre que una mujer, un profesional que un ama de casa… Cada grupo de consumidor elige con criterios diferentes, tiene necesidades distintas, va a comprar en distintos canales, etc. Focalizarse en un segmento o nicho de mercado permite ajustar el concepto para el cliente objetivo más conveniente.

6- ¿Cómo, cuándo y cuánto crecer?
Todos aspiran a crecer y vender cada vez más. Parece algo natural. Pero muchos emprendimientos mueren justamente en la etapa de crecimiento, ya que no consideran el impacto del capital de trabajo: para cobrar primero hay que vender, y antes de ello hay que producir, almacenar, pagar las compras… eso es dinero que está circulando dentro de la empresa. Es el equivalente a la sangre en el cuerpo humano: si crecemos de golpe y no tenemos la sangre necesaria dentro del organismo, colapsaremos.

7- ¿Hay un modelo o un plan de negocios? 
Un modelo o plan de negocios es como simular el desempeño del emprendimiento en un papel, antes de lanzarlo al mercado. Nos permite evaluar todos los elementos necesarios y suficientes para equivocarnos lo menos posible. El problema es que muchos emprendedores ni siquiera han hecho el más básico de los análisis antes de abrir un negocio, lo que explica la alta tasa de nacimiento y muerte de los emprendimientos.

8- ¿Hay riesgos? 
Aunque es parte de un buen plan de negocios, no es común encontrar los puntos débiles o riesgos en él. Todo proyecto tiene riesgos, y no hay nada mejor que considerarlos como parte del análisis para dar una adecuada respuesta, por ejemplo, elaborando un plan de contingencias. Pocos emprendedores creen que su proyecto es endeble, y lo defienden con gran pasión y convicción. Una pregunta que les hago siempre es “¿estaría dispuesto a vender su auto o casa, e invertirlo en el proyecto?”. A los pocos que se animan a responder “sí” les digo: “Bien, una vez que lo haga, vuelva y vemos”. Ahí medimos si hay realmente riesgos o no.

9- ¿Cómo financiarse? 
Todo es muy lindo, pero muchos emprendedores van con su “gran negocio” golpeando puertas en busca de financiación. Una vez superadas las primeras fuentes de dinero (propia, familiares, amigos), deben analizar si agregan capital societario o si toman deuda. Sin saber medir la rentabilidad y sin contar con un adecuado flujo de fondos, será muy difícil acceder a financiación conveniente. “Endeudarse no es bueno” parece ser una premisa de muchos, aunque es falsa, ya que puede apalancarse el negocio con un préstamo adecuado.

10- ¿Qué necesita? 
Abra su cabeza, sincérese y haga un listado de lo que le está faltando. Busque apoyo, ya que sus amigos y su familia aplaudirán su proyecto, incluso siendo malo. No saben más que Ud. del negocio y para colmo – como lo aprecian – no querrán desalentarlo. Capacítese, asesórese, y busque personas con probada trayectoria. Recuerde que su negocio es suyo, y nadie lo defenderá tanto como Ud.

Estos puntos son comunes a todos los emprendedores, independientemente del rubro, edad, ciudad… Y, aunque no es malo fracasar si es que de ello se aprende, la idea no es tropezar con las piedras que uno pudo haber evitado. Si cada uno que avanza en el camino emprendedor va apartando algunas piedras del camino, los que nos siguen sólo se preocuparán por las nuevas que vayan apareciendo: esto es progreso,

Diego Pasjalidis
Director de Consultoría y Desarrollo Emprendedor de Materiabiz.