Un socio, por inyección de dinero o aportación de conocimientos, puede ser el trampolín que toda pequeña empresa espera para crecer y desarrollarse o puede suponer todo un fracaso si el tándem no funciona.
Sin llegar a esos extremos, las relaciones entre socios suelen ser más o menos tensas, en función de los caracteres y de la capacidad de diálogo de ambos. Sin embargo, también existen algunas claves que pueden contribuir al éxito de toda sociedad.
Lo más importante, sin duda, es la comunicación tanto para entenderse como para desentenderse antes de que la sangre llegue al río.
Como explica Emma de Llanos, experta en dirección de personas en la escuela de negocios Eada, "hay que perder el miedo a romper, porque hay ataduras que hacen daño". En estos casos, y antes de que el proyecto común termine muriendo, lo deseable es que cada socio pueda emprender el suyo por su cuenta.
Pero, ¿cómo se puede evitar llegar a esta instancia? ¿Qué hay que hacer para construir una relación entre socios durable y sólida?
Protocolo
Según destaca un artículo de elEconomista.es, "no hay mejor demostración de la franqueza y sinceridad" que ponerse de acuerdo desde el principio respecto de qué condiciones se unen ambos en torno a un proyecto. Y eso, si se puede protocolizar, mucho mejor, sostiene Antonio Sancho, consultor de Cámaras de Comercio.
En este sentido, es importante poner por escrito qué objetivos comunes se persiguen y qué tareas y obligaciones asume cada uno para conseguirlos. Existen multitud de cláusulas que pueden incluirse, entre ellas se pueden destacar algunas como:
- Admisión o expulsión de un socio
- Aportación de inversión y capital de trabajo
- Políticas y procedimientos para la disolución de la sociedad
- Vacaciones separadas o conjuntas
Contrato 'psicológico'
"Más allá de los formalismos, también es necesario un compromiso personal, del tipo qué esperas de mí, qué espero yo de tí", ecplica el artículo de elEconomista.es.
Esto supone no sólo aclarar qué funciones desarrolla cada uno en la empresa sino bajo qué principios van a actuar: qué se considera aceptable y qué no o cómo responder a distintos tipos de solicitudes de los clientes... En definitiva las buenas prácticas que van a presidir la sociedad de cara al exterior.
De cara al interior, este contrato psicológico debe incluir los valores compartidos, la visión del proyecto, el ritmo y compromiso deseado así como tener una capacidad similar y ser complementarios.
En este sentido, Sancho concluye que en una situación óptima uno de los socios podría ser experto en marketing y ventas; otro, en temas organizativos y productivos y un tercero, en administración y finanzas.
Fuente: iprofesional.com
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