Algo queda claro luego de escuchar la ponencia de Raymond Schefer, vicepresidente de Mercadeo de ADEN Business School: “el mundo es una cuestión de perspectivas”, el éxito o fracaso profesional, personal o empresarial, estarán condicionados por el lente a través del cual se mire.
Existe cierta relatividad en el comportamiento empresarial actual, pues la redefinición es inminente en tiempos turbulentos, cuando saber a dónde se quiere llegar con los negocios es importante, pero no en la misma escala que saber dónde se está parado en el presente.
En un mundo donde la información se mueve a velocidades inverosímiles, prueba de ello es que la duplicación de la información alojada en la Web se produce cada dos años y “en 2012 la información se duplicará cada 72 horas”; no obstante, el hecho de que se doble la cantidad de información disponible, no necesariamente quiere decir que sea directamente proporcional con la duplicación del conocimiento.
Tener noción absoluta del lugar que ocupa una empresa no es tan sencillo, la ubicación en espacio y tiempo requiere entender, en primer lugar, los límites personales, “que se están ampliando gracias a la tecnología”. Esto permitirá asimilar que el valor de lo que consumimos es efímero, pero esto no implica que el valor que se le debe dar al cliente también lo sea.
Influenciadores
En medio de la ponencia, Schefer enumeró los factores que inciden en el desarrollo de una empresa:
- La escala: comunicar inteligente y eficientemente.
- La metodología: solo 2% de las metodologías plasmadas en libros es generada en modelos de países de la región. No se pueden adaptar estos modelos al mercado local.
- La cultura: orientada al cliente.
- La lectura correcta del entorno: participar en el caos para propiciar cambios.
Para construir el valor de los nuevos clientes, por recomendación del ponente, se deben tomar grandes decisiones en cuanto a mercadeo que permitan convertirse hacia los nuevos horizontes del mercado y alcanzar el posicionamiento deseado. “Si el consumidor cambia, la estrategia para tratarlo también debe cambiar, pero las barreras son fuertes”.
La estrategia debe ser horizontal, combatir los obstáculos para mejorar las relaciones con los clientes requiere ajustarse a la realidad y ésta no es otra más que una tendencia global hacia el caos, lo que instantáneamente se traduce en cambios.
“El consumidor es un buscador de identidad propia informado, pero no necesariamente educado formalmente, asociado con grupos que mutan. Participa, pero administra su entorno en una búsqueda permanente de reconocimiento y aceptación como parte de un proceso de búsqueda de un estado de mayor satisfacción emotiva”, puntualiza el Vicepresidente de Mercadeo de ADEN Business School.
Las empresas pequeñas compiten por especialización, las medianas concentran sus esfuerzos en diferenciarse del resto y en acercarse al cliente, mientras tanto, las grandes piensan en una sola cosa: ahorro. Esto se define, según Schefer, como liderazgo de costos “que súbitamente implica dejar de lado cualquier foco que permita generar una relación estrecha entre el cliente y la marca: la adaptabilidad compensatoria tiene más relevancia que la intensidad competitiva”.
Sería interesante no olvidar que “los líderes son líderes, porque poseen perfiles diferenciadores”.
La metodología del trabajo debe estar estructurada bajo un esquema que salga de las aproximaciones industriales donde el cliente es uno más de la línea de producción. “La crisis se debe transformar en oportunidad para crecer y potenciar el recurso más valioso: el humano, se trata de desaprenderse de viejas tácticas”, comenta el Vicepresidente de Mercadeo de ADEN Business School.
Desafíos del Presente
- Velocidad: aprender rápido. Darse cuenta de los cambios de fondo y de las modas. Dejar el miedo a lo nuevo.
- Polarización: rediseñar modelos de negocio.
- Divergencia: diferenciarse en la experiencia. Transformar la organización evitando el conformismo de decir “yo estoy bien como empresa”. Asumir nuevas perspectivas.
- Bloqueo: transformar la organización.
Si la tendencia global se inclina hacia un entorno caótico, buscar el orden sería la desaparición absoluta. El entorno que menciona el ponente tiene características concretas entre las cuales destacan que cada vez hay menos sistemas cerrados, la ampliación de los límites personales, el crecimiento exponencial del conocimiento, la tecnología usada como motor de cambio, los ciclos de satisfacción son más cortos, la simplificación del lenguaje y el ascenso de la incertidumbre.
La cultura es otro aspecto vital a considerar en el replanteamiento del las empresas y los clientes del presente y del futuro cercano. “La cultura de una organización marca el tipo de objetivo que, como empresario, voy a seguir y ésta actuará como catalizador a favor o en contra de los mercados del nuevo mundo”. La estrategia debe estar centrada en fabricar una cultura orientada al cliente. Para ello es necesario reconocer como empresa en qué orden está enmarcada mi cultura organizacional, afirma Schefer, quien enmarca la cultura empresarial actual entre particulares características como el temor al caos, la presión competitiva, la falta de capacidad para reaprender y un aumento significativo de las barreras entre la empresa y el cliente.
Al mismo tiempo recomienda estar vigilantes ante la mala interpretación de la realidad. “Se tienen que dejar de generar patrones de comportamiento ante el mercado considerando que esto conducirá a una indefinida posición competitiva en un entorno inestable, lo ideal es moverse dentro del caos ordenadamente, no hay por qué ser predecible en un mundo caótico donde reina la crisis. Las empresas protagonistas se suben a la ola del caos y saben como manejarlo, lo que les permite encabezar el cambio”.
La lógica que parte de la concepción del cliente como el escalafón más bajo y débil de un negocio caducó, “el consumidor busca nuevas formas de reconocimiento y aceptación”, para alcanzar esa fórmula del éxito lo primero es plantear cuál es mi modelo de negocio, aceptando que las premisas deben estar concebidas bajo principios de innovación y renovación: “no sólo sentido tecnológico, se tiene que pensar en la organización como un sistema generador de valor”, asegura el experto.
Acto seguido, se deben crear los “puentes” entre la empresa y el consumidor: optimizando los medios existentes y saliendo del área de confort, cuestionando objetivamente la labor hecha hasta el momento para tomar las medidas correctas. Los puentes deben estar pensados en función de “hasta dónde quiero llegar como parte activa de una sociedad”.
Influenciadores
En medio de la ponencia, Schefer enumeró los factores que inciden en el desarrollo de una empresa:
- La escala: comunicar inteligente y eficientemente.
- La metodología: solo 2% de las metodologías plasmadas en libros es generada en modelos de países de la región. No se pueden adaptar estos modelos al mercado local.
- La cultura: orientada al cliente.
- La lectura correcta del entorno: participar en el caos para propiciar cambios.
- Velocidad: aprender rápido. Darse cuenta de los cambios de fondo y de las modas. Dejar el miedo a lo nuevo.
- Polarización: rediseñar modelos de negocio.
- Divergencia: diferenciarse en la experiencia. Transformar la organización evitando el conformismo de decir “yo estoy bien como empresa”. Asumir nuevas perspectivas.
- Bloqueo: transformar la organización.
Hylenne González Alfonzo.
Gerente.com
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