domingo, 15 de junio de 2008

Miedo a volar

¿Qué mantiene a la gente paralizada, sin iniciar su propio negocio? Según el CEO Norm Brodsky, el mayor obstáculo no suele ser la falta de capital o de oportunidad: suele ser interno.

Personas con ideas interesantes, una visión correcta, empuje y muchas de las cualidades que se necesitan para iniciar y hacer crecer un buen negocio, pueden estar largo tiempo preparando el lanzamiento e incluso, de buenas a primeras, aceptar algún otro trabajo convencional y seguro y abandonar todo lo hecho. A menudo, estas personas lo hacen porque están aterrorizadas.

El miedo frena a las personas en mayor proporción que otros factores, según la experiencia del autor del artículo. Uno las escucha hablar de los obstáculos clásicos: falta de dinero, soporte inadecuado, malos consejos, pero la mayoría de la gente simplemente tiene miedo a fallar.

El problema también puede ser el inverso: un superoptimismo que deje de contemplar toda posibilidad de fallas, con lo cual, cuando éstas inevitablemente aparecen, el sujeto no está preparado para enfrentarlas en forma adecuada. La actividad de los negocios es inherentemente riesgosa, así que algo de miedo no sólo debe considerarse normal: en realidad, es algo totalmente conveniente. Si el miedo es racional, servirá como un factor de protección, como un aviso, ante los riesgos que uno está por tomar. Si, en vez de ignorarlos, uno les presta atención, los elabora racionalmente y mantiene el pensamiento objetivo, servirán para preservar del peligro de adoptar riesgos insensatos, y para minimizar aquellos que son inevitables.

Esto no sucede si el miedo no es reconocido y, por lo tanto, encarado, cosa que muchas personas encuentran muy difícil de lograr. Por el contrario, ponen excusas, y buscan vías para racionalizar su resistencia a avanzar por sí mismas. En el proceso, frecuentemente pierden las mejores oportunidades de lograr sus sueños.

Una manera de postergar o evitar el lanzamiento del negocio es filtrar toda la información que se recibe, de modo que sólo se destaquen los aspectos negativos. Las opiniones en contra, las advertencias desalentando la idea, los comentarios escépticos, se hacen pesar más en el balance, para justificar la indecisión o la parálisis.

Aceptar que se tienen miedos es el prerrequisito para poder identificarlos uno por uno, y luego intentar encararlos. Las probabilidades de resolver bien las cosas aumentan considerablemente.

El artículo cuenta la experiencia de Kathy, una mujer que, tras muchas dificultades para plasmar su original emprendimiento de “organización de eventos románticos para parejas muy ocupadas”, se dio cuenta de que era su terror lo que le impedía concretarlo. Esta aceptación de su miedo le permitió identificar los puntos que lo componían: qué podía pensar la gente si ella fallaba (y qué pensaría de sí misma ante esta eventualidad); si podría tomar decisiones sola, y vivir enfrentando las consecuencias; si su servicio sería lo suficientemente bueno; y, finalmente, si sería capaz de desarrollar un plan de negocios, ya que no consideraba que fuese una “mujer de negocios”. Más ampliamente, tenía grandes dudas acerca de su capacidad y conocimientos.

El autor afirma que la gente suele estar más temerosa antes de poner en marcha el negocio, que cuando éste ya está rodando. Por otro lado, los conocimientos y potencialidades para resolver situaciones se revelan como suficientes, en la mayoría de los casos, contrariando así las preocupaciones previas.

Kathy se sintió capaz de vivir con la posibilidad de fallar y tomando decisiones por sí misma, mediante la estrategia de empezar el negocio en una escala pequeña. De este modo, lanzó un proyecto piloto, organizando los “encuentros románticos” para gente que había expresado un claro interés en sus servicios. Esto sirvió para testear el producto, y así pudo comenzar a negociar con el tercero de sus miedos.

El costo de lanzamiento es mínimo en un escenario así. Adicionalmente, si uno tiene otra actividad y puede mantenerla mientras experimenta, la seguridad lograda es aún mayor.

Y la realidad es esta: un negocio puede fallar. Pero, habiendo aceptado esto y teniendo en claro los miedos, los sueños pueden alcanzarse, tarde o temprano.

“Fear of flying”, de Norm Brodsky, 1999
www.inc.com/magazine/19991001/13574.html

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