lunes, 31 de marzo de 2008

El Emprendedor: un visionario pragmático

Diversos perfiles encajan en el concepto de "visionario", aunque no todos aportan el mismo valor a la sociedad: desde el genio solitario y desequilibrado (John Nash, Premio Nóbel en Economía 1994 es un buen ejemplo de ello), hasta el visionario metido a gobernante (como podría ser Joseph Stalin u otros); desde el clásico atemorizador de masas (que predica el fin del mundo), hasta el visionario cuya actividad fundamental se dirige a crear valor económico en la sociedad.

Es claro que en este artículo nos vamos a referir a este último perfil de visionario. Y es que, el emprendedor es un visionario en el sentido etimológico del término: "persona capaz de ver el futuro"(1) . Pues de la nada –o de su visión de negocio- es capaz de poner en marcha y crear toda una estructura empresarial.

Por otro lado, es bien conocido que el emprendedor-empresario constituye uno de los motores más importantes para el progreso de cualquier sociedad. Pero no de cualquier progreso, sino de aquel que se manifiesta en forma de valor añadido, pues con su actividad, atiende una necesidad concreta que se demanda, ofrece puestos de trabajo y contribuye directamente al erario público.

Sin embargo, se trata de un bien escaso. Y lo es, a mi modo de ver, principalmente por dos razones. La primera, porque en un país como el nuestro (y otros de nuestro entorno), casi el 40% de la renta familiar disponible, proviene de fondos públicos (en forma de pensiones, prestaciones, sueldos para funcionarios y cargos públicos, etc.); y esto acaba generando una sociedad aquejada de un cierto "amor reverencial" hacia "lo público". Sólo así se entiende esas campañas publicitarias que periódicamente llegan a los jóvenes que buscan su primer trabajo: "si quieres un trabajo cómodo y de por vida, estudia oposiciones a...". Se hace muy difícil que en un caldo de cultivo de estas características, germine una semilla tan frágil como es la del emprendedor-empresario.

Pero ¿qué es lo que lleva a una persona a dejar de lado un posible puesto de trabajo, cómodo y de por vida? o ¿a perder la seguridad de recibir un sueldo fijo -más o menos cuantioso- a finales de mes, después de haber trabajado duramente? El emprendedor es una persona capaz de obviar todo esto y afrontar uno de los retos más difíciles e ingratos que existen: emprender una actividad económica por su cuenta y riesgo. Más aun, empeñarse en ello.

Decimos que un emprendedor-empresario tiene ciertos rasgos de visionario, porque: ha de ser capaz de anticiparse a corrientes económicas y sociales, detectar necesidades que no están cubiertas, proponer respuestas acertadas y, tener una cierta "dosis" de locura como para comprometer toda su vida (y la de su familia) en esa aventura.

Nuestros abuelos seguían la máxima de: "encuentra una necesidad no cubierta y ponte a producir", siguiendo la ley de mercado que rige en los países en vías de desarrollo. Sin embargo, para un país más desarrollado como el nuestro, esta ley se hace más exigente: "anticipa una necesidad emergente y busca una buena forma de satisfacerla" (Ley de Pilzer). Hace falta en este sentido, una mayor capacidad de “imaginación” y esfuerzo.

Al mismo tiempo, el emprendedor-empresario es una persona que requiere de una fuerte dosis de pragmatismo. De esta forma, se tiene que dar en una misma persona dos elementos tan difícilmente reconciliables: visionario y pragmático. Esta es la segunda de las razones por las que me parece que se trata de un bien tan escaso.

Pragmático porque: la necesidad que percibe, ha de ser muy concreta; la respuesta que pretenda dar, viable -tanto en el diseño del proceso, como en su soporte económico (Business Plan)-; al mismo tiempo ha de resolver un montón de pequeños obstáculos y, sobre todo, ha de tomar las riendas del día a día en la gestión de la empresa: contactos comerciales, posicionamiento, contratación de terceros, etc.

¿Hacia donde se dirigen los nuevos negocios? Es una pregunta que se hace insistentemente la persona con espíritu emprendedor. Durante los años 90, los nuevos negocios iban orientados principalmente hacia las telecomunicaciones, e-business y el medio ambiente. En la actualidad los proyectos en creación de nueva empresa que se presentan en las Escuelas de Negocio van más dirigidos hacia otros ámbitos: la atención a la tercera edad (servicios y salud), prestación de servicios en general muy cualificados (esto explica en cierto modo el extraordinario crecimiento de las franquicias) y la gestión del conocimiento.

Desde mi experiencia personal en la creación de nuevas empresas, me atrevo a realizar algunas propuestas, para que entre todos, cuidemos de esta rara avis que resulta clave para el equilibrio de nuestro ecosistema económico:

a) Que las autoridades públicas otorguen la mayor prioridad a aquellas actuaciones encaminadas a conseguir que, todos los trámites legales y burocráticos se encuentren al servicio de emprendedor y no al revés. Es cierto que algunas Comunidades Autónomas están dando pasos decisivos para conseguir la "Ventanilla única", pero a día de hoy, sigue siendo una verdadera carrera de obstáculos.

b) La creación de Escuelas de Negocio que estén orientadas específicamente a potenciar la figura del Emprendedor. Y es que, actualmente, la mayoría de ellas tienen una clara orientación para conseguir que sus alumnos sean directivos bien remunerados.

c) Introducir en nuestro sistema educativo asignaturas o herramientas pedagógicas, que fomenten y favorezcan ese espíritu emprendedor a todos los niveles (desde la educación infantil hasta los estudios universitarios). Pienso que existen algunas metodologías que son eficaces y sencillas.

d) A la hora de acceder a un trabajo -tanto público como privado- valorar en el currículum vitae del interesado, su experiencia como emprendedor.

e) El apoyo de la financiación pública y privada en la creación de empresas de pequeña envergadura. En general, la mayor parte de las fuentes de financiación a buenos precios, o para lograr una subvención parcial del proyecto, se requiere de una inversión inicial por parte del emprendedor, a la que sólo pueden acceder las grandes organizaciones cuando quieren generar una nueva actividad, o quienes cuentan con un patrimonio personal suficientemente grande como para poder arriesgar.

f) Sensibilizar a la sociedad para que no se haga de "lo público" una sublimación del estilo de vida. Pienso que no sería bueno que, lo que ha nacido como un mecanismo de protección o defensa, se convierta en un "agujero negro" que engulla todo tipo de energía.

Estas son sólo algunas propuestas, aunque probablemente existan otras muchas y mejores. Creo que el esfuerzo por considerarlas, analizarlas y estudiar su viabilidad merece la pena. España ya fue una de las mayores escuelas de emprendedores y aventureros no hace tantos años. Ojalá recobremos ese espíritu a la hora de crear valor añadido para nuestra economía.

1- Diccionario de la Real Academia Española (segunda acepción).


Mariano Vilallonga Elorza (España)
Socio director Ges-Dirección
Coach de directivos / Emprendedor

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